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AL GORE, EN ESPAÑA

El vicepresidente de EE UU dice que es prematuro aspirar a la Casa Blanca

Al Gore dedicó buena parte de la mañana de ayer a uno de los ejercicios intelectuales que más le apasionan y que el mismo tradujo al español como "tertulia". Se reunió con más de un centenar de profesores, estudiantes y jóvenes profesionales que le hicieron preguntas en inglés sobre sus temas predilectos: el medio ambiente, las nuevas tecnologías y la política internacional.El único asunto del que no quiso hablar es de si en el 2000 aspira a ser el candidato demócrata a la Casa Blanca, que Bill Clinton deberá abandonar. "Es prematuro" plantear la pregunta, afirmó, porque su meta es, por ahora, "ayudar a Clinton a ser reelegido este año". "Y también a mí mismo", añadió, en alusión a la vicepresidencia. Algunos analistas norteamericanos creen que Gore se presentará a las presidenciales dentro de cuatro años, cuando tenga 52.

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Richard Gardner, embajador de Estados Unidos en Madrid, fue el encargado de elegir a los interlocutores del vicepresidente y el marco en el que se desarrolló la charla. No buscó un colegio universitario ni el anfiteatro de un centro de enseñanza superior, sino el patio de Colón del palacio de Santa Cruz, la sede del Ministerio de Exteriores.

El decorado de la antigua cárcel de Corte, construida en 1634, fue el que le pareció más representativo de España para enseñárselo al séquito y a los telespectadores norteamericanos. Al tratarse de la sede de Exteriores, le correspondió a un diplomático acoger en la puerta al huésped estadounidense. Le dio la bienvenida Leopoldo Stampa, responsable destituido de la dirección general para Norteamérica y Extremo Oriente, desmantelada por el Gobierno popular en el marco de su política de "adelgazamiento" de la Administración del Estado.

Puesta en escena

Como se trataba de un acto privado, la presentación del brazo derecho de Bill Clinton no corrió a cargo de Stampa, sino de María Rodríguez Bustelo, una ex becaria Fullbright, y cuando ésta terminó su introducción, salió Gore de la penumbra en medio de una salva de aplausos.Se colocó en medio de la sala y, micrófono en mano, empezó a hablar de sus temas pedilectos. Manifestó, por ejemplo, su preocupación por la emisión de gases que crean un efecto invernadero. Habló después de la "superautopista" de la información, que generará "una gran revolución". Preguntó a sus oyentes si trabajaban con Internet, se alcanzaron algunos brazos, y les recomendó que consultasen las páginas de la Casa Blanca.

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Aunque no siempre venía a cuento, sus intervenciones estuvieron salpicadas de elogios a España. Resaltó, por ejemplo, la "extraordinaria calidad" y la "camaradería real" de las tropas españolas en Bosnia. Recordó además el papel "crucial" de España en la paz de Oriente Próximo.

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