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MUSEOS

Los guías se rebelan contra el "intrusismo" de los voluntarios jubilados

"Nos quitan el trabajo porque se aburren en su casa". "Son meras cintas de casete que repiten como loros lo que han aprendido de ese museo". Así califican los guías turísticos profesionales a los voluntarios mayores de 60 años, que desde hace tres enseñan 18 museos de Madrid a grupos escolares. Les acusan de intrusismo en una profesión en la que los cerca de 300 guías titulados de la región trabajan como autónomos. El decreto del Gobierno regional que regula esta actividad fue publicado el pasado 24 de abril.

Cada día, varios guías profesionales se sitúan en la entrada del Museo del Prado y ofrecen sus servicios a los miles de turistas, nacionales y extranjeros, que visitan la pinacoteca. Igual ocurre en la entrada al monasterio de El Escorial. Son los únicos que tienen, más o menos, el pan asegurado. El resto, esperan en sus casas la llamada de alguna agencia de viajes o de algún colegio que quiera mostrar a sus alumnos algún museo o monumento, llamadas que se producen cada vez con menos frecuencia porque muchos museos disponen de varias personas mayores que hacen las visitas de forma voluntaria gratuita."Dicen que es una obra de buena voluntad, pero este tipo de voluntariado es un peligro para el empleo de los que todavía estamos en edad de trabajar", dice Mauricio Marcarrón, de 37 años, guía profesional desde 1988. "Cada vez que un jubilado hace una de estas visitas, hay un profesional que pierde dinero. ¿Por qué enseñar museos debe ser gratis?", se pregunta.

Un profesional cobra 7.000 pesetas por una vista de una hora a un grupo de 25 personas y 4.000 para los de hasta cinco, según los guías del Museo del Prado. Una de ellos, que trabaja en esta pinacoteca desde hace 15 años, resume así su trabajo: "Hago una selección de contenidos para presentar la pintura de una forma comprensible". "Nuestra labor es de divulgación, aunque muchos clientes sólo piden un trato afable", explica otra compañera que lleva año y medio.

"Desde que están los voluntarios, hemos perdido un 65% de las demandas de los colegios", denuncia María Victoria Calzado, presidenta de la Asociación Profesional de Informadores Turísticos (APIT). "Es una falacia que sean profesionales, repiten como loros lo que han aprendido a toda prisa en un cursillo, no conocen las herramientas de la profesión", continúa.

José Luis Jordana, secretario de la Confederación de Aulas de la Tercera Edad, que, junto a la Fundación Cajamadrid, organiza y patrocina el proyecto de los guías voluntarios, rechaza estas acusaciones: "Nuestros guías trabajan solamente en los museos donde no hay guías profesionales". "En el Museo de América llamamos a profesionales para los grupos de turistas extranjeros", añade Jordana, también jefe de Difusión del Museo.

"Los guías profesionales no estudian cada museo, por eso no están preparados para enseñarlos", opina Jordana, "para el Museo del Prado hacen un cursillo de una semana; los voluntarios hacen cursillos dedos y tres meses". Son 275 personas mayores de 60 años las que dedican unas horas semanales a enseñar museos. Reciben una ayuda para el transporte.

"Cómo no vamos a estar preparados para enseñar cualquier museo, si hemos estudiado varios años para ello", replica María Victoria Calzado. "Además", continúa, "la nueva ley de la Comunidad dice que sólo pueden ejercer de guías, además de los profesionales, los profesores y los empleados de los museos o monumentos, siempre que no reciban remuneración extra y lo hagan de forma esporádica". "Los voluntarios no reciben remuneración, pero lo hacen varias veces a la semana y con un horario", acusa Calzado.

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