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Las palabras del viejo poeta

([Extracto del discurso pronunciado ayer por Alberti]).La paz, que es lucha encendida / vuelo para una paloma /sol y tierra sin herida. En 1990 escribí estos versos al pie de una encendida paloma y volando con ella, los llevé al parlamento europeo, en Estrasburgo. Hoy, esta Asamblea regala al pueblo de Madrid unas Palomas por la Paz, cuyo trazo tan bien conozco, y este gesto inunda de noble orgullo mi ya casi centenario corazón de incansable luchador.

Durante toda mi vida he ido buscando una sola paloma. Sin conseguir retenerla. para siempre, la misma de aquel poema. que dediqué a Pablo Picasso que, de tanto. vivir rodeado de ellas, llegó a creerse que él mismo también lo era:

'De todas las palomas hubo una que se fue por el mundo. / Todavía / sigue girando alrededor del sol / al compás de la tierra. / Vuelo sin dueño, siempre amenazado. / ¿Volverá alguna vez / al viejo palomar de donde salió un día?'

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Las palomas de Alberti se posan en la Asamblea

Hace 19, y después de 39 de exilio, regresé a Madrid, a España. No llevaba entonces en mis manos unas Palomas por la Paz para el pueblo de Madrid, como las que hoy deposito lleno de emoción y agradecimiento en esta Asamblea. Pero sí traía, al igual que mi cabeza, mi corazón completamente blanco, porque en él habitaban todavía las mismas palomas que sustituyeron en el tiempo a las últimas y terribles imágenes de un Madrid vencido y arrasado que llevé conmigo como único equipaje. Y aquellos esperanzados versos escritos en plena contienda, llenos de inquebrantable fe en el hombre: "Ciudad, ciudad presente / guardas en tus entrañas de catástrofe y gloria / el germen más hermoso de tu vida futura".

Y al pisar de nuevo, tras el interminable exilio, este Madrid que fue capital de la gloria, el recuerdo de esos versos hicieron que las palomas que habitaban en mi corazón ascendieran hasta mi garganta y me hicieran decir: "Yo me fui con el puño cerrado y vuelvo con la mano abierta en señal de concordia entre todos los españoles".

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Por mi poesía se han deslizado siempre todo tipo de palomas, pero entre ellas hay una que escapó una noche cuando era un refugiado político en París, y cuyo universal y frustrado vuelo no, he podido rectificar nunca...

"Se equivocó la paloma / se equivocaba. / Por ir al norte / fue al sur..."

... Y a través de estos años, de mi mano siempre abierta, han emprendido el vuelo centenares de palomas simbolizando, al igual que mis versos, un irreprimible afán por no vivir más entre el clavel y la espada, una lucha constante por defender las ideas en las que creía, y todavía creo, un renovado y decidido empeño en continuar, trabajando con mi palabra y mi presencia para colaborar en poner en marcha una España que había perdido el pulso de su historia. Y lo hice con el mismo ímpetu juvenil con que en 1937 invoqué a Madrid: "Ciudad, quiero ayudarte a dar a luz tu día".

Con el esfuerzo de todos los españoles, las palomas han aprendido a volar por nuestro país ya sin miedo y, aunque saben que deben mantenerse en continua alerta, han vuelto a arrullarse sin sobresaltos, por entre la frondosidad de los arbolados parques de las calles madrileñas. A cada uno de los que hoy aquí estamos, a cada uno de los madrileños que se detengan a contemplar el trazo de mis palomas, quisiera hacerles llegar el mensaje encerrado en su silencioso y tenaz pico:

Entre en tu patria esta paloma, habite / blanca y definitiva, sus hogares. / Sin miedo al plomo, su arrebol transite / libremente los nuevos palomares.

Confío en que entre estas seis palomas, alegres y esperanzadas, que en verdad representan tan sólo una, y que hoy vienen de mi mano, no haya ninguna tan inalcanzable como aquella que en Argentina canté: Paloma desesperada / ¿Dónde estás? / Te oigo cantar en el alba, / pero no sé dónde estás. / Ni en que árbol ni en que rama. / Te oigo cantar en la siesta / pero no sé dónde cantas. / ¿Dónde estás? / Te oigo cantar en la tarde / ya junto a mí, ya lejana. / Pero no sé dónde estás, / dónde cantas. / Te oigo cantar en la noche / y siempre desesperada. / ¿Dónde estás triste paloma / desesperada? / Dí ¿Por qué desesperada? / ¿Dónde estás?

Y nada más tiene que decir este viejo poeta, sino añadir que me maravilla imaginar que, cuando al atardecer, este hermoso edificio se quede en soledad, mis palomas escaparán en silencio y volarán felices, sin tregua piara impregnar con el aroma de libertad de sus alas de transparencia y luz cada rincón de la ciudad, cada casa.

Flecha de amor, paloma de consuelo llama de bien, inmácula divisa, / para los ojos del dolor pañuelo / para las manos de los niños, brisa.

Muchas gracias.

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