¡Un papelito, por amor de Verdi!
4.000 personas compiten por uno de los 1.500 puestos de figurante en la ópera 'Aida'
"Se necesitan mil extras para la ópera Aida", rezaba el anuncio de los organizadores. A la llamada acudieron 4.000. Todos dispuestos a meterse en cualquiera de los disfraces de la obra más espectacular de Verdi: sacerdotes, sacerdotisas, ministros, esclavos, soldados, damas de la corte de la princesa Amneris, culturistas y gente del pueblo. Lo de menos era el papel, lo de más era estar den tro de Aida, que a finales de junio se alzará majestuosa en la plaza de toros de Las Ventas. Sobre el ruedo habrá 1.200 personas entre coro, músicos, cantantes y figurantes; caballos, elefantes, una serpiente pitón y una esfinge de cartón piedra de 17 metros de altura. La plantilla ya está lista. Los últimos mil contratos se firmaron ayer en una sala del hotel Parque de las Avenidas. Uno de los afortunados fue el estudiante de COU Doménech Ruiz, de 18 años, 1,79 de altura, guapo, de complexión fuerte y sonrisa en los labios. Por todo ello ganó una plaza de soldado. Con los nervios ya en su sitio, pero aún desbordado por la emoción, recordaba la prueba: "¡Qué emoción! Con lo que a mí me gusta Verdi, no acabo de creérmelo. Cada vez que pasaba delante de mí el seleccionador [el director de escena Paolo Micciché], yo levantaba la cabeza para que me viera bien". Y claro que lo vio. Al italiano Micciché no se le escapó, detrás de sus anteojos, cuerpo ni gesto alguno. Todo controlado. "Mira al frente", "haz una reverencia", "camina con paso militar", ordenaba a los aspirantes.
Contaba el director que a cada papel sólo se le exigía un requisito: reunir determinadas características físicas. Por ejemplo, los ministros tenían que ser hombres mayores y con barba; los sacerdotes, barrigudos; las damas, altas, ligeras y elegantes: los esclavos, morenitos, y los soldados, con presencia al marchar. Y destacaba la disponibilidad de los extras, que se llevarán, por cuatro días de función y varias horas de ensayo, dos entradas, un programa con su nombre impreso y un diploma de participación. "Es increíble, la gente está dispuesta a todo por colaborar en la función. A un señor le he pedido que se corte la barba y me ha dicho que no hay problema. Así da gusto trabajar", aseguraba Micciché.
A Hilda Vázquez, arquitecta panameña, de 26 años y 1,73 de altura, sólo le pidieron que hiciera una genuflexión. Y salió elegida para uno de los papeles de sacerdotisa. "Estoy encantada, porque voy a poder sentir la ópera desde una perspectiva distinta", explicaba a la salida. Con ella iban tres amigas. Ninguna había conseguido un puesto en la obra, pero sí un contrato como azafatas. "Nuestra misión será acomodar al público, pero da igual. Por ver Aida en directo hago lo que sea".
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