_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Erótica

Manuel Vicent

A orillas del Mediterráneo a veces la muerte suele adoptar la figura de una mujer flaca en top less, con los pechos muy caídos que navega en una tabla de surf. El ala delta es su guadaña. En ocasiones la he visto cortando con ella el mar bajo el resplandor del mediodía, mientras una infinidad de viejos desnudos al sol se extiende en la parrilla de la playa como un paso previo al crematorio. Sobre la tabla de surf la dama va y viene por la línea de la bahía y el viento extrae puntos luminosos de espuma y también astillas de los huesos de sus caderas. E imprime un rictus de violencia a su rostro. Es el viaje de Tánatos. La contemplo ahora desde la terraza del bar pensando en otro mar lejano que es la ciudad, donde en cada estación de metro o parada de autobús hay un panel luminoso de Maribel Verdú en traje de baño. Millones de oficinistas, empleados y obreros la descubren íntima y preparada para subir con ellos al convoy a las ocho de la mañana. Es el viaje de Eros. Con ella embarcan millones de ciudadanos llevándola en el fondo de su cerebro hasta el trabajo. No es sólo la chica de la valla. La carne de Maribel Verdú no soporta la profunda levedad del biquini o los encajes entreabiertos para excitar el comercio de la lencería fina. Expuesta en los paneles del metro o del autobús esta artista es la síntesis erótica de la travesía urbana y al mismo tiempo la paradoja de los bienes terrenales: cuanto más cercana la sientes, resulta más inalcanzable. Al terminar la jornada millones de ciudadanos la encuentran de nuevo en cada estación dispuesta a regresar con ellos a casa para adentrarse en el espacio de los sueños. Frente a la bahía veo pasar de nuevo a la vieja dama en top less sobre la tabla de surf ciñendo al viento su guadaña. En este momento zarpa un barco para Ibiza. Bajo su pintura nueva aún se adivinan los caracteres griegos de su viejo nombre, Myrthos, Pireus. Este barco hacía la travesía a Itaca. Ahora lo abordan unos jóvenes con mochilas pasando junto al panel donde también espera para embarcar la chica de la valla.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_