La historia de una pared

"¡Pero si es un trozo de pared!", exclamó un niño, nada más ver el paño de muralla cristiana que hay encerrado en el número 30 de la calle de la Cava Baja. "Sí, pero un trozo con 800 años [fue levantada en el siglo XII bajo el reinado de Alfonso VI] de historia te contempla", le respondió emulando a Napoleón el guía, Daniel Rubio, y a la vez uno de los responsables de la Confederación de Consumidores y Usuarios de Madrid (CECU). Esta asociación abrió ayer sus puertas de par en par a los vecinos del distrito de Centro a fin de que éstos conocieran sus instalaciones, situadas en tan histórica corrala que antaño fueron los cimientos de la Posada de San Pedro.

El anfitrión repasaba la historia que rodea al edificio: "Por aquí, hace 250 años, pasaban las diligencias y se hicieron las más importantes transacciones relacionadas con el mundo del consumo. Había posadas, comercios... Y desde hace un año nos hemos instalado nosotros [se refiere a la CECU], que velamos por los consumidores". Entre los oyentes había un privilegiado grupo de 65 alumnos, de entre ocho y 10 años, del colegio Virgen de la Paloma. Uno de los chavales, Alberto García, en cuarto curso de EGB, recordaba los paseos con su abuelo por las inmediaciones del Palacio Real y hacía sus cábalas: "Yo creía que la única muralla que había en Madrid estaba al lado del Palacio. Pero no pensaba que dentro de estos pisos hubiera esta pared tan bonita".

La alumna Gemma García, de nueve años, estaba sorprendida de que la muralla siguiera en pie todavía. "Es increíble que todo esto se haya conservado durante todos estos años", decía. Para ella, también había respuesta. "Esto se debe a los arquitectos, que han levantado unas columnas adicionales para sujetar las casas y no dañar la muralla", explicaba Daniel Rubio. "¡Jo-pé!", contestaban los pequeños. "A mí me gustaría vivir en un casa como ésta, con tanta piedra", decía Aitor, de nueve años.

Por los 300 metros cuadrados del local de la CECU pasaron también los mayores. Unos; serenos debutaron ayer como tertulianos y recordaron cómo era el apacible barrio hace unos años. "Antes no había tanta violencia ni tantas bandas de delincuencia. De todas formas, estas calles son las más bonitas y las más históricas de Madrid. Por eso, siempre merecerá la pena vivir aquí", decía un vecino arrobado.

La jornada se completó con dos exposiciones, una fotográfica y la la otra de dibujos infantiles sobre monumentos de la ciudad; y conferencias sobre la historia de Madrid y la solera del edificio de la Posada de San Pedro. Como fin de fiesta, actuó la Orquesta Sinfónica de Chamartín, Una jornada en la que decenas de vecinos consumieron un pedazo de la historia de una pared.