_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Política en familia

Por fin estamos en familia: que saquen la sopa. Durante años se hablaba de la familia militar, lo hacía el Rey el día de la Pascua ante los mandos de los tres Ejércitos. También se difundió la expresión de la familia socialista, a veces en plural. Pero parece llegado el momento de la familia propiamente dicha. De ahí, por ejemplo, que si ahora el Palacio de La Moncloa debe acoger a una familia sea preciso introducir las adaptaciones apropiadas. Aunque consideraban que en la vida pública sólo había lugar para la Familia Real mientras que los demás actores debían acceder al escenario con un papel circunscrito a su. persona. En política se descartaba la figura del recluta con niño. Estos apóstatas del clan aceptaban como máximo la excepción de la Corona. Por eso se abstuvieron de objetar que con apenas ocho años el príncipe Felipe asistiera a la proclamación de su padre como Rey. Ahí están, indiscutidas, las fotos y las imágenes animadas de aquel noviembre de 1975 en el hemiciclo de las Cortes. Ocurría para los aludidos observadores que en ese mismo acto don Felipe de Borbón pasaba a ser automáticamente Príncipe de Asturias y a ocupar el lugar primero en la línea sucesoria. Esa característica de transmitir al deudo más próximo el derecho a ejercer una Magistratura del Estado hacía ya entonces única a la Familia Real. Luego, don Juan Carlos I desechó encabezar una monarquía alauita y sólo quiso ser rey de ciudadanos libres. Esa actitud y todas las que democráticamente concurrieron llevaron a la Constitución de 1978, en cuyo artículo 57 se fija que "la sucesión en el trono seguirá el orden regular de progenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos".

Se han dado otros intentos de vincular la transmisión de los cargos a la herencia genética, pero sin grande éxito. Recordaba Enrique de la Mata cómo el presidente del sindicato de estibadores del puerto de Valencia argumentaba que había heredado esa posición de su padre y que esperaba transmitirla sin deterioro a su hijo. Pero la cadena sucesoria se quebró. También hubo un García, Ribes a quien sucedió un García Carrés sin mayores consecuencias, exceptuadas las contribuciones prestadas al golpe del 23-F. Así que el acceso a los puestos de la vida pública resulta de las elecciones libres en los distintos escalones local, regional o nacional. Además, según el artículo 103 de la Constitución, "la Ley regulará el acceso a la función pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad". Hemos vivido años de preponderancia de las individualidades, salvo excepciones poco estimulantes. Pensemos en el "hermanísirno" y todas sus atenuantes, agravantes y secuelas. Y, cambiando de régimen, recordemos la estela del "cuñadísimo" y del "yernísimo".

Según otra escuela de pensamiento, la nueva ambientación política induce a considerar la hipótesis antropológica desarrollada por Emmanuel Tood en su libro La invención de Europa, publicado por Tusquets Éditores. A tenor de esa hipótesis, según cual sea el trasfondo familiar tradicional así será la predisposición de una parte correspondiente de la población para aceptar tal o cual sistema de valores. ideológicos. En Tood, el determinismo marxista de los comportamientos en razón de la pertenencia de cl ase se sustituye por la noción de una diversidad de estructuras familiares, única capaz, en su opinión, de explicar la diversidad de los temperamentos ideológicos. Enseguida Tood invoca en su favor los datos empíricos, rechaza cualquier determinismo y añade que el conocimiento de los mecanismos antropológicos inconscientes que llevan de la familia a la ideología constituye un paso hacia una libertad de orden superior porque comprender la determinación es ya escapar a ella.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_