Ruido de sables
La supuesta bonanza petrolífera de Angola no tiene un calco visible en las calles. "La vida se ha degradado hasta lo insoportable en estos dos últimos años, desde que se firmó el acuerdo de Lusaka", declara el misionero español Carlos Pérez de Onrai en una casa del barrio de Procol, una antigua zona residencial de los colonos portugueses que exhibe todos los síntomas de la degradación de Luanda: la basura se come las vidas, los pobres son legión, los baches son abismos y la delincuencia entrelaza todo como una red infranqueable. No era de extrañar que el Gobiemo temiera un Primero de Mayo reventón. Los rumores de golpe de Estado, en los que el hombrefuerte del régimen, el general Joáo de Matos, jefe del Ejército, aparecía en todas las quinielas, volvieron a extenderse como la pólvora por una Luanda en barbecho. Se temía una manifestación de protesta contra la corrupción y la mísería. Pero los famosos ninjas (la temible policía antimotines entrenada y armada por España) hizo tal despliegue que Luanda se convirtió en una capital fantasma. En la ciudad las sombras no se despejan en torno al asesinato a la puerta de su casa en enero pasado de Ricardo de Mello, director del diario lmparcial Fax. Al parecer, De Mello trabajaba en un reportaje sobre un inminente golpe de Estado.
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