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Reportaje:

Barenboim se marca un tango

El pianista y director presenta en Madrid el disco instrumental 'Mi Buenos Aires querido'

Andrés Fernández Rubio

Un camarero pasó con una botella de whisky camino de los camerinos. Minutos después, Daniel Barenboim, piano; Héctor Consolé, contrabajo, y Rodolfo Mederos, bandoneón, salieron al pequeño escenario del Círculo de Bellas Artes de Madrid para marcarse un tango. Muy sobrios en sus trajes oscuros, sonaron los primeros acordes de Mi Buenos Aires querido, y a continuación, una larga lista de piezas de Carlos Gardel, Piazzola, Ginastera y otros maestros del género que a Barenboim le recuerdan el Buenos Aires en el que vivió hasta los diez años y que ahora cuajan en un disco interiorizado y sutil que han grabado a trío y que fue lanzado en París hace diez días.La idea nació tras la decepción de Barenboim cuando volvía a su ciudad natal y se encontraba con que habían desaparecido los locales para escuchar el tango clásico, según contó ayer. En su infancia, su ídolo era Gardel, cuya creación histórica del tema Mi Buenos Aires querido es recordada ahora en el título del disco de Barenboim.

"Toda música buena tiene mucho corazón", dijo ayer el intérprete porteño. "`Y el tango tiene tanta riqueza musical que no se puede considerar de segunda categoría". Una hermana de la madre de Barenboim falleció hace una semana, pero el artista aún sigue teniendo familia y amigos en Buenos Aires, y, cuando vuelve a sus orígenes, dice respirar a gusto sus raíces latinas, pese a que vive la mitad del año en Chicago y la otra en Berlín, donde tiene fijado el domicilio (en la ciudad americana dirige la Orquesta Sinfónica, y en Berlín, la Opera Estatal). "Pero sigo siendo latino", afirma Barenboim, "y por eso me siento muy a gusto en todos los países latinos. Los anglosajones, con todas sus virtudes, no saben disfrutar de la vida, ¿es verdad o no? No saben sentarse en un café, sorberlo lentamente y no hacer nada".

Barenboim, un músico superdotado que lo mismo da la vuelta al piano a las Variaciones Goldberg, de Bach, que realiza una extraordinaria grabación del Tristán e Isolda wagneriano (publicada el año pasado y la culminación hasta el momento de su carrera como director), se muestra sorprendido por la recepción positiva que está teniendo su disco de tangos. "Hay mucha gente desilusionada con el desarrollo del pop en los últimos diez años", comenta, "pese a que creo que muchos intérpretes de la música clásica deberían aprender de la energía interior del pop. Pero la música popular sigue teniendo un aspecto un poco primitivo, desde Elvis hasta hoy; en cambio, el tango no tiene ese deje primitivo, es más visceral y posee un refinamiento natural que al mismo tiempo es accesible".

Mi Buenos Aires querido es un disco instrumental, y muchos aficionados quizá echarán de menos la voz. Barenboim anunció ayer la culminación de un viejo proyecto, con el tenor Plácido Domingo, de grabar un disco de tangos. "Estuvimos en Chicago hace unos días", señala, "y ya me dijo que ahora tenemos que grabar el nuestro, con orquesta o un pequeño grupo".

En Mi Buenos Aires querido aparecen clásicos como A fuego lento, Verano porteño, La moza donosa y el clásico de Gardel El día que me quieras. La selección no obedece a criterios históricos, sino más bien al gusto personal de los músicos y a la necesidad de complementarse para la grabación; de hecho, los tres intérpretes ensayaron un viernes y un sábado y entraron un domingo al estudio en una única sesión de registro sonoro.

Barenboim dice que ha tratado de llegar con los tangos a sus raíces. "Cuando se ve el mundo", afirma, "con todos los problemas políticos, económicos e ideológicos, uno se da cuenta de que las raíces no son geográficas, sino interiores, estéticas y filosóficas Al género por excelencia del espíritu porteño, Barenboim se acerca con criterios musicales muy claros: "El balance entre un ritmo muy estricto que no tolera ninguna concesión y un lenguaje armónicoy melódico muy libre".

El concierto de tangos de Barenboim ayer en Madrid contribuye a hacer de la ciudad un centro musical de altura en estos días, ya que a él se suman el director James Levine, Plácido Domingo, la soprano Renée Fleming y la mezzosoprano Waltraud Meier, que actuarán hoy y mañana, y el director Zubin Mehta, que se presenta hoy. Precisamente Waltraud Meier interpreta a Isolda en la grabación de Barenboim, quien este verano volverá al festival de Bayreuth con la nueva producción que el nieto de Wagner, Wolfgang Wagner, estrenará de Los maestros cantores, con Renée Fleming como Eva.

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