El sur, la causa pendiente
JOSÉ QUINTANALos alcaldes socialistas del sur aseguran que el plan de inversiones discrimina a sus municipios.
El franquismo construyó su modelo de crecimiento urbano a golpe de especulación y beneficio sin consideraciones básicas hacia el primer destinatario de toda ciudad: el ciudadano. La nueva clase obrera que despobló la España rural no tuvo lugar en el norte de Madrid, porque allí la capital devoró los municipios próximos fijando un norte en muy buenas condiciones medioambientales. La industria negra y modesta y el suelo barato estaban en el sur.Miles de inmigrantes de las zonas más pobres de España llegaron a su particular meca, consistente en bloques multicopiados, hechos sobre el barro, sin servicios, ni equipamientos, ni trama urbana que pudiera considerarse digna. Al lado, empresas que no soportaron la crisis de los setenta y pusieron en paro a miles de personas. Por ' mucho que se quiera, ése fue el origen del que la derecha, hoy agrupada en el PP, no se puede escapar como responsable.
Desde la llegada de la izquierda al poder local, y mucho más significadamente desde la constitución de la comunidad autónoma, esta situación ha cambiado hacia mejor de forma radical, aunque pervivan problemas, muchos de ellos estructurales. Hoy en el sur hay hospitales, universidad, transporte colectivo y vías de comunicación como nunca se hubiera podido pensar no hace más allá de 13 años. Hoy hay un espacio productivo y residencial competitivo, que aparece, por fin, no como un duro exilio, sino como una posibilidad entre otras.Las claves de esta superación son varias, pero destaca sobremanera el conjunto de inversiones públicas de la Administración central y regional y los esfuerzos municipales. Las características de estas inversiones eran haber nacido de un acuerdo, ser gestionadas, en su mayor parte, por los ayuntamientos y en régimen de cooperación para las más importantes y constituirse en salario social, es decir, no sólo enterrar el pasado injusto, sino aumentar las posibilidades de los ciudadanos, devolviendo en servicios y bienes parte de las muchas carencias.
Por ello, el sur no sólo es hoy un territorio más cualificado, sino sobre todo un lugar de mayor solidaridad; quizá sea esta situación motivo de preocupación para la derecha y quizá por ello desarrollan una estrategia inversora que busca lo contrario y que nos vuelve a los tiempos en los que nadie quería saber nada del sur de Madrid. Hay procesos técnicos que estudian la realidad; hay documentos y desarrollos estadísticos que la reflejan, pero la propuesta del nuevo plan regional de inversiones Prisma supone el uso de la técnica para disimular una decisión política. Tal no es otra que favorecer en pesetas / habitante a las ciudades de Madrid que, situadas entre 20.000 y 50.000 habitantes, están, en su mayoría, gobernadas por el PP y en su mayoría acogen los mayores niveles de renta y bienestar de sus moradores y las mejores condiciones medioambientales y residenciales.
Antes de escuchar las necesidades objetivas de los municipios, antes de hablar con alcaldes y concejales, un grupo de sabios geógrafos nos dice que es justo gastarse más en un habitante de Majadahonda que en uno de Parla.
El señor Ruiz-Gallardón dijo en su campaña electoral que no pasaba nada por asumir "valores de la izquierda";, hoy nos preguntamos si los habrá asumido en algún momento, ya que sus actos dicen lo contrario. Esta propuesta vestida de objetividad deja en manos de sus gestores más de 12.000 millones de pesetas a distribuir sobre supuestos singulares en cada municipio. No cabe mayor canto al clientelismo.
El anterior Gobierno regional admitió que se había cerrado una etapa en los planes de inversión, y así lo admitió como novedosa iniciativa el nuevo Gobierno de la derecha. Sin embargo, ante este Prisma sólo cabe una apreciación; es un plan de inversiones puro y duro, sin otras consideraciones tendentes a la creación de un fondo regional de cooperación que atienda ciertas medidas y necesidades de gasto corriente; pero no es más de lo mismo, porque anula la participación de los ayuntamientos y porque dirige la inversión hacia las rentas altas.
Los firmantes de este artículo no vamos a cejar en este empeño de solidaridad, y serán otros los que contrasten con dureza la verdad de sus palabras o las mentiras de sus actos.
Esta tribuna la firman, además de
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