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LAS VENTAS: FIESTAS DE LA COMUNIDAD

Bajo sospecha

Que se caigan cuantos toros se lidian es altamente sospechoso . La fiesta está bajo sospecha y los taurinos también. Los taurinos deberían comparecer ante el Tribunal de Justicia Taurina en calidad de imputados.Es muy sospechoso que los taurinos hayan armado una auténtica revuelta para conseguir del Ministerio del Interior un papelote legal que les facilita la impunidad en el afeitado y en cambio no hayan hecho lo mismo para que averigüe las causas de las caídas de los toros. Claro que a lo mejor no les hace falta tomarse tanta molestia. Lo saben. Lo saben y lo callan, y será porque les conviene. Con el toro por los suelos no hay ganadero malo, ni torero cobarde, ni nada en el negocio que escape al control de los empresarios.

Lorenzo /Moreno, Calvo, Pireo

Novillos de Carmen Lorenzo, tres primeros sin trapío, resto con él; flojos y varios inválidos; nobles. 4º saltó al callejón.José Luis Moreno: aviso antes de matar, estocada y rueda insistente de peones (palmas); estocada caída (escasa petición y vuelta con algunas protestas). José Calvo: dos pinchazos, estocada corta atravesada -aviso-, ocho descabellos y se tumba el novillo (silencio); estocada corta (silencio). El Pireo, de Córdoba, nuevo en esta plaza: estocada y rueda de peones (palmas y también bronca cuando saluda); media y la rueda de peones tumba al novillo (silencio). Plaza de Las Ventas, 4 de mayo. 3 a corrida de abono. Cerca del lleno.

"Pero, por Dios santo", suelen preguntar los taurinos, muy católicos ellos en estos casos: "¿a quién beneficia la invalidez de los toros?" Y se les responde que a todo el mundo, puesto que los toros se siguen cayendo y nadie mueve un dedo para resolver el problema. Si es que semejante anomalía constituye un problema porque, en la práctica, con el toro inválido el picador sale tan serrano encaramado en lo alto de su percherón y ni siquiera tiene que trabajar; los peones bregan y banderillean sin necesidad de sudar el terno; los diestros porfían pases con aires de legionario; el público aplaude la voluntad y pide las orejas; las figuras revalidan cada tarde su categoría y la revalorizan subrayando lo importantes que estuvieron sacando partido de un ganado inservible; los gacetilleros de su cuerda cuentan que aquello fue una gesta; los empresarios programan la temporada como si fuera la liga de fútbol.

Tampoco tiene mucha explicación que un servidor siempre haya de ver a El Pireo con ganado inválido. Un servidor considera irrelevantes las referencias personales, mas alguien le debería dar razón de por qué cuando acude a ver a El Pireo se queda sin ver a El Pireo. Y eso es lo que ocurrió en esta novillada de las Fiestas de la Comunidad.

El Pireo se colocaba bien y tampoco habría pasado nada de colocarse mal pues con. aquellos novillos que se desplomaban daba igual ponerse flamenco que montarse encima. El último de su lote, que se pegaba unas panzadas tremendas, llega a pillarse debajo el rabo y no lo levantan ni con grúa. Para. su desgracia, el rabo le quedaba extendido en el arenal y entonces acudía raudo un peón que tiraba de él y se incorporaba pegando un respingo. Que a una criatura la tiren del rabo es una crueldad. Póngase usted en su lugar.

La invalidez de los nobilísimos y contradictorios novillos -el cuarto saltó al callejón a la manera de los mansos y luego embistió a la manera de los bravos- devaluaba las faenas. El personal encontró, sin embargo, momentos de goce y disfrute ya que ' los novilleros podían ponerse bonitos y sacaban pases, y de este modo colmaban las exigencias de quienes van a los toros a aplaudir, mientras los propios toros les traen absolutamente sin cuidado.

Cómo daban los pases ya es distinta cuestión. José Calvo los instrumentó desiguales, si bien interpretó algunas tandas de derechazos con templanza y ligazón. José Luis Moreno, triunfador de la tarde, los ejecutaba descargando descaradamente la suerte. Fuera de cacho, adelante el pico y perdiendo un paso en cada muletazo, pegó infinidad de derechazos y la mayor parte del público jaleaba aquella ficción del arte de torear, convencida de que estaba asistiendo a la recreación del toreo verdadero.

Es natural: han sentado los taurinos -y sus gacetilleros que hoy se torea mejor que nunca, y torear consiste en lo que nunca habría consentido la afición de pasadas épocas: citar retirado del pitón de acá, presentar la muleta al de allá, per der terreno en vez de ganarlo y todo esto con un inválido. En fin, así está la fiesta. Y así se guirá salvo que haya redada y detengan a los sospechosos y el Tribunal de Justicia Taurina les imponga el correctivo que me recen sus fechorías. Por ejemplo, tirarles del rabo.

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