"No tenemos un Arafat libanés"
Mientras que el Likud, partido conservador israelí de oposición, organizaba una manifestación contra el proceso de paz y abucheaba a Yasir Arafat, yo escuchaba en Jerusalén a Simón Peres, de 72 años, elogiar al líder palestino en víspera del viaje que ha emprendido a Estados Unidos. Este antagonismo radical se encuentra en el centro del envite de las elecciones generales en Israel, previstas para el próximo día 29.-Pregunta. Antes de la operación Uvas de la Ira en Líbano, usted, premio Nobel de la Paz, heredero y sucesor de Rabin-elmártir, acumulando todos los apoyos, era respetado en el mundo árabe y popular en el mundo entero...
Respuesta. Sí, pero durante este tiempo, mi pueblo, mi nación, estaban sumergidos bajo un océano de escepticismo en razón de un sentimiento creciente de inseguridad general. El proceso de paz se acompañaba de un número de agresiones y de atentados mayores que en tiempos de la Intifada. Los cohetes Katyusha llovían desde el norte y había atentados por todas partes. ¿Dice que era popular en el exterior? Pero aquí lo era cada vez menos. He perdido el 16% de mi cota de popularidad después, de los últimos atentados.
P. ¿Ha temido, pues, perder las elecciones?
R. En primer lugar, he creído que había que reaccionar, que el país no podía esperar, que hacía falta proteger a los israelíes y castigar a sus enemigos de manera ejemplar. Puede que el mundo pudiese acomodarse a nuestra inseguridad; nosotros, no. Cuando digo nosotros se trata también, en consecuencia, de los palestinos comprometidos con las negociaciones. Hace ya dos años que nos dimos cuenta de que dos países, Irán y Siria, se oponen al proceso de paz israelo-palestino. El primero, simplemente porque quiere destruir Israel; el segundo, porque no ha creído jamás que el proceso en cuestión tendría éxito. Las dos actitudes son muy diferentes. No las pongo jamás en el mismo plano. Hemos tenido pruebas irrefutables de que los iranies perseguían dos objetivos: de una parte, el sabotaje de toda entente entre los palestinos y nosotros, y de otra parte y a este fin, la eliminación del poder ayer de Rabin, hoy mío. Han decidido hacer de todo, lo han hecho, lo hacen, para que el Partido Laborista muerda el polvo en las próximas elecciones. Han planificado, de manera muy organizada, la creación en Israel de un estado de inseguridad. Tiene aliados más o menos directos? Hamás, la Yihad Islámica y Hezbolá. Estos movimientos son también los enemigos de los palestinos que han elegido a Arafat. La hostilidad se ha hecho religiosa. Los iraníes consideran a los israelíes como una nación poblada por Salman Rushdies. Su relevo para ejecutar esta fatwa es el Partido de Dios, Hezbolá. Este partido existe desde 1982. Está compuesto por shiíes libaneses a la disposición de Irán. En lo que se refiere a Hamás y a la Yihad Islámica, la cooperación con Yasir Arafat se ha revelado como determinante: teníamos un compañero para luchar contra el enemigo común, y el líder palestino se ha afirmado como un hombre de gran coraje y capaz de afrontar las situaciones más delicadas.
P. Acaba de conseguir un gran éxito al hacer votar una nueva carta que excluye la destrucción de Israel.
R. Es una victoria muy importante, que no subestimo en absoluto. Lo esperábamos. No iremos a la zaga, se lo aseguro. Sobre Hebrón, sobre la liberación de prisioneros y sobre otras muchas cosas, conforme a los acuerdos y a los intereses comunes.
P. ¿Va a poner fin al cierre de los territorios que plantea problemas terribles a los habitantes de Gaza?
R. No antes de las elecciones. Y estoy seguro de que Arafat lo comprende. Pero volvamos a Hezbolá. Para reprimir a este grupo, e incluso sólo para contenerlo, no tenemos un Arafat libanés, no tenemos un socio. No lo hemos encontrado ni con los sirios ni con el Gobierno.
P. Se dice que Hezbolá ha cambiado de objetivo y que se ha convertido en una organización nacional libanesa que se contentaría con expulsar al ocupador.
R. Se volverá a hablar de ello cuando sus jefes iraníes declaren que aceptan la existencia de Israel. Pero para volver a Líbano, lo que hemos buscado y lo que puede que vayamos a conseguir es una autoridad responsable. Aunque sea enemiga, pero que pueda dejar de serlo y que pueda convertirse en un interlocutor, si no en un socio. He declarado muchas veces, y solemnemente que retiraría las tropas israelíes de la zona de seguridad en el mismo minuto en que el Ejército libanés controle las actividades de Hezbolá.
P. ¡Sus relaciones con Líbano son muy conflictivas desde hace mucho tiempo!
R. ¿De quién es la culpa? Todas nuestras fronteras son seguras, salvo la de Líbano. Desde 1973, la paz y la seguridad reinan en los altos del Golán. Los libaneses han sido utilizados como rehenes en el mundo árabe, y hoy son manipulados por Irán.
P. Es el momento de hablar de los sirios.
R. Los sirios aceptan la existencia del Estado de Israel, y podemos entendernos con ellos. Pero el jefe de Estado sirio tiene una exigencia y un método. No ha creído jamás que Israel podía hacer la paz con los palestinos y los jordanos sin su consentimiento. Exigían ser parte determinante en cualquier acuerdo con estos países. Desde que se firmaron los acuerdos con Arafat y el rey Hussein, las negociaciones con ellos, que eran muy alentadoras, se han hecho difíciles, y no ha frenado a Hezbolá, cosa que había llegado a hacer. Esto, en cuanto a la exigencia. En cuanto al método, Hafez el Asad se comporta como si quisiera estar en conflicto con nosotros hasta el momento último de la conclusión de un acuerdo. Según los norteamericanos, los sirios no desean mi fracaso electoral. Los líderes del Likud han elegido París para proclamar- que con su llegada al Gobierno multiplicarían los asentamientos de colonos en todos los territorios conquistados en 1967, y sobre todo en los altos del Golán. No hay que confundirse. No defiendo un puesto de poder. Lo que va a estar en juego en las próximas, elecciones es el futuro de Israel, de la paz, de nuestra juventud, es un rostro nuevo de nuestro país en el mundo.
P. Un rostro cuyos rasgos se han hecho inciertos tras la masacre de Qana.
R. Este rostro se recompondrá si cada uno quiere Hablemos de la operación Uvas de la Ira. Una operación concebida, deseada y planificada como punitiva, quirúrgica, evitando a los civiles, sobre todo destinada a hacer presión sobre las poblaciones libanesas para obtener de los sirios que pongan fin a las actividades de Hezbolá, que se separen de los iraníes, que salgan de su ambigüedad y su reserva. Esta operación se torció el 18 de abril en Qana. Es cierto. Lo deploro. Evidentemente, no hubo nunca orden alguna de disparar contra los civiles. Protesto de forma indignada contra esta acusación. Unas unidades fueron atacadas, y ellas contestaron. El cielo estaba cubierto. No hubo reconocimiento aéreo. La información de la presencia de civiles se dio al mismo tiempo que se multiplicaban los disparos. Ninguna guerra es controlable al ciento por ciento.
P. Pero veamos el balance de todos estos días. Ha hecho la unidad de Líbano contra usted y la unidad de la entidad sirio-libanesa; la prensa del mundo árabe se ha desatado contra usted, y no encuentro más que israelíes abrumados, desgraciados, gente que le prefiere a todos los demás, pero que encuentra, de una parte, que Israel no puede permitirse errores que parecen crímenes; de otra parte, que su Estado Mayor, decididamente, no ha aprendido la lección del barrizal libanés. ¿Por qué no evacuar la zona de seguridad?
R. ¿Y poner cascos azules que luego se estará obligado a reemplazar por una Fuerza de Intervención Rápida, como en Bosnia? En absoluto. Escuche, no nos perdamos en lamentaciones. Hay que aplicar los acuerdos con los palestinos, hay - que ganar las elecciones y hay que retomar las negociaciones con los sirios. Después de todo, es la primera vez que reconocen, con su presencia misma en el bloque de los garantes de la paz, que Hezbolá tiene una responsabilidad en la guerra. Si Líbano, que también está presente en este bloque, puede hacer oír su voz en este sentido, es un triunfo de más. Dicho esto, no me hago ninguna ilusión: cuanto más nos dirijamos hacia la paz, más querrá Irán movilizar en todo el mundo iniciativas de guerra. Pero lo que me vuelve optimista es la intensidad y la determinación. de los compromisos norteamericanos.. Se dice que hemos vuelto al punto de partida y que no hemos recobrado los acuerdos suscritos en 1993. Es falso. Nunca en 1993 los norteamericanos se habían empleado como lo hacen hoy. Vuelvo ahora a Estados Unidos para concretar los acuerdos particulares antes de mi vuelta a Paris, donde me reuniré con el presidente Jacques Chirac.
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