Febril entierro de inocentes en Qana
Dolor y odio en el funeral por los refugiados bombardeados por Israel en un campo de la ONU
ENVIADO ESPECIALFue una extraordinaria y tumultuosa demostración de unidad nacional lo que mitigó mínimamente el dolor de Líbano mientras las víctimas civiles de la masacre de Qana eran finalmente enterradas ayer en una fosa común al lado del cuartel de los cascos azules de Fiji, alcanzado por la artillería israelí el 18 de abril. Decenas de millares de musulmanes y cristianos se apretujaban a lo largo de los cinco kilómetros que unen el puerto de Tiro con esta. aldea shií para ver pasar la larga caravana de ambulancias adornadas con la bandera rojiblanca de Líbano y coronas de flores. Coléricos musulmanes y cristianos recibieron el cortejo en un descampado donde el Gobierno del primer ministro libanés, Rafik Hariri, ha construido un mausoleo dedicado "a las víctimas inocentes de la agresión israelí". Poco antes, el jeque Mohamed Shamshedín, el más alto clérigo shií de Líbano, había dicho palabras que estremecieron a la multitud: "¡Los judíos han cometido un holocausto en el Líbano!", exclamó con voz entrecortada por la emoción.
En medio de escenas desgarradoras, 86 modestos ataúdes de madera, todos cubiertos con banderas libanesas, pasaron en vilo a través (le la masa humana que coreaba histéricamente "Alá es grande", "Oh, mártires nuestros" y "¡Muerte a Israel! ¡muerte a Estados Unidos!". Un hombre vestido íntegramente de negro sollozaba sin control mientras trataba de abrirse paso hacia la fosa. "¡Mi hija, mi hija! ¿Cuál es mi hija?", aullaba al ver pasar las bolsas de plástico blancas hacia unas hileras de nichos contiguos.
"Muchas de esas bolsas contienen sólo unos cuantos pedazos de carne humana. Ha sido imposible realizar una completa labor de identificación", declaró un joven voluntario de la guardia civil. "Y lo peor es que por los combates no pudimos enterrarlos de inmediato. Los restos han estado apilados en un camión frigorífico en Sidón", agregó, mientras brigadas de voluntarios socorrían a mujeres que se desmayaban y camiones de bomberos rociaban agua para calmar al gentío..
Según autoridades libanesas, de los 102 hombres, mujeres y niños muertos en el ataque israelí sólo se han recuperado 86 cadáveres, y no todos han sido identificados. Se presume que el resto fueron pulverizados por los proyectiles calibre 155 milímetros que se abatieron justo en el centro del cuartel del batallón de Fiji, donde los cascos azules habían dado refugio a más de 400 hombres, mujeres y niños que huían de los bombardeos israelíes. El Gobierno de Simón Peres deploró la matanza, y dijo que se había tratado de un lamentable error. Fuentes de la ONU dijeron poco después del ataque que guerrilleros de Hezbolá habían disparado dos cohetes katyusha desde sus inmediaciones, pero subrayaron que los artilleros israelíes sabían perfectamente la localización exacta del batallón d(-.! Fiji y que estaban al tanto de que estaba repleto de civiles.
Soldados de la Fuerza Interina, de las Naciones en el Líbano (FINUL) contemplaban cariacontecidos las escenas de dolor. "Esto no ha sido una guerra, ha sido una matanza", dijo un sargento del batallón nepalés secándose una lágrima.
Entretanto, millares de efectivos del Ejército libanés, con toda la parafernalia de combate y apoyados por carros armados, reforzaron vigorosamente su presencia en toda la región de Tiro para impedir choques entre guerrilleros de Hezbolá y miembros de la milicia Amal. Ambas fuerzas, que desde hace años se disputan el control de la población shií, intercambiaron disparos el lunes por la noche cerca de Qana tras un altercado sobre quién tenía derecho a colocar sus banderas a lo largo de la ruta desde el hipódromo romano de Tiro, desde donde partió el cortejo, hasta el mausoleo de Qana. La policía dijo que no hubo bajas, pero las autoridades están, evidentemente, preocupadas por un posible resurgimiento de las hostilidades entre los tradicionales rivales libaneses en el sur. Hezbolá ya ha acusado a Amal de acaparar la ayuda humanitaria enviada a los refugiados, acusación que ha sido contrarrestada con recriminaciones a la campaña guerrillera que llevó a Israel a desatar su devastadora Operación Uvas de la Ira, que en 16 días de ataques por aire, tierra y mar causó 164 muertos y 320 heridos, amén de daños materiales por un valor inicialmente estimado en más de 500 millones de dólares (más de 62.000 millones de pesetas). De momento no se sabe qué tipo de monumento será erigido en memoria de los muertos de Qana. El único hito sigue siendo una enorme pancarta negra. "Qana ha sito testigo del terrorismo de Israel", reza.
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