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FERIA DE ABRIL

Un toro bravo descuartizado

Salió un toro bravo y el picador fue y lo descuartizó. Así, por las buenas, por el morro, porque le dio la gana. El director de lidia, Manili, con las mismas buenas o malas, igual faz y parecida intención exterminadora, era consentidor. Quiere decirse que el picador descuartizaba al toro y Manili contemplaba la escena desde prudencial distancia. La bronca que les dedicó el público se ve que no iba con ellos. Cuando consideraron que el toro ya tenía para ir pasando y lo dejaron libre, el animal iba sangrando a borbotones; la sangre no sólo le llegaba a la pezuña sino que corría por el canalillo del espinazo hacia la penca del rabo. y se iba morrillo adelante hasta en tintar las astas, de donde caía a goterones. Fue la barbarie.El guardiola se había arrancado nada más ver al picador acorazado, recargó sobre el peto y por ahí le vino su perdición. Porque el picador no tuvo entonces más que dar vueltas alrededor del toro apalancando sobre sus lomos la puya y a cada giro levantaba lo menos una cuarta de carne. En pulpa se la dejó convertida aquel siniestro individuo del castoreño.

Dominguez / Manili, Higares, Cordobés

Toros de María Luisa Domínguez-Guardiola (uno devuelto por inválido), bien presentados, encastados, varios muy flojos; 1º (sobrero) y 4º bravos.Manili: estocada trasera (algunos pitos); pinchazo hondo tendido, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Oscar Higares: estocada caída (ovación y salida al tercio); estocada delantera atravesada, pinchazo y tres descabellos (silencio). El Cordobés: estocada corta muy trasera, ruedas insistentes de peones y descabello (aplausos y también protestas cuando sale a los medios); dos pinchazos y estocada corta (silencio). Plaza de la Maestranza, 29 de abril. l4ª y última corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

El toro se comportó después con suave nobleza, a pesar de que la vida se le iba a chorros. Lógicamente la embestida se le apagaba por momentos y Manili aprovechó su dulzura para gustarse en unas templadas tandas de redondos. Sacó el toro a los medios, instrumentó naturales deslucidos, volvió a los derechazos, incluyó pases de espaldas... No había allí torería alguna. El toro bravo no merecía que le diera trato de borrego un abusivo pegapases.

El público pidió la vuelta al ruedo del toro por aclamación y el presidente no hizo ni caso. Esa presidencia de la Maestranza que está a lo que le dicten desde el callejón unos taurinos tunantes, con los aficionados se ponía estricta. El toro que abrió plaza, cuya invalidez se apreció desde el primer capotazo, no quería devolverlo pese a las protestas del público y hubo de echársele la plaza encima para que accediera, ya a la altura del tercio de banderillas.

El guardiola sobrero sacó asimismo bravura, tomó cuatro varas durísimas con prontitud recargando al caballo y Manili le aplicó trasteo a la defensiva, con muchas dudas, alivios, regates y una espantá.

Toros flojos y apagadísimos le correspondieron a Oscar Higares, que no pudo cuajar faenas aunque estuvo voluntariosos y sacó estimables pases sueltos.

Interesantísimo el tercero, un ejemplar chico de casta inequívoca, su bravura era cuestionable pues lo mismo se arrancaba recrecido que escapaba a chiqueros al sentir el escozor de las banderillas. El Cordobés lo toreó sin arte, pegó trapazos y dio el salto de la rana. La afición no se lo perdonó; y menos aún que hiciera ademanes histriónicos y anduviera a telonazos con el sexto, otro guardiola bravo que dejó moribundo la acorazada de picar.

Los verdugos tocados de castoreño y los toreros malos que les pagan por matar deberían ser condenados a destierro en Fuerteventura.

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