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FERIA DE ABRIL

'Miuras' de corral

Soltaron una corralada y eran miuras. No me diga: ¿Miuras-miuras? ¿Los miuras de la legendaria divisa? Sí, esa legendaria divisa llevaban prendida al lomo pero se quitan las cintitas de color y todo lo que quedaba debajo nada tenía que ver con la leyenda.Una cosa es la leyenda y otra la realidad de la vida. También fue legendario El Cid, que ganaba batallas después de muerto y ahora los muertos se entierran. Ya lo dice la sabiduría popular: el muerto al hoyo y el vivo al bollo.

El vivo al bollo. Algún vivo está explotando la leyenda de los miuras, y se le va a acabar pues ya no hay quien los aguante. Salieron -se ha dicho- y eran una corralada. Corralada del corral del Tío Mejereque. Llegan a pertenecer al Tío Mejereque esos toros que soltaron en la Maestranza y ruedan. cabezas: dimiten los maestrantes, cesan a Canorea, le ponen al presidente Chaves una moción de censura, por falta de respeto al público y traición a una de las más queridas tradiciones sevillanas.

Miura / Campuzano, Mendes, Valderrama

Toros de Eduardo Miura (dos devueltos por inválidos) grandes pero mal presentados, mochos, inválidos, moruchos. Sobreros: 2º de Hermanos Astolfi, bien presentado, descastado; 5º de Ramón Sánchez Ybargüen, con trapío, inválid total.José Antonio Campuzano: pinchazo y estocada (silencio); media y cuatro descabellos (silencio). Víctor Mendes: al primer miura devuelto, pinchazo y descabello (aplausos); al primer sobrero, estocada (petición y vuelta); al segundo miura devuelto, estocada (palmas); al segundo sobrero, estocada corta (ovación y salida al tercio). Domingo Valderrama: estocada desprendida (oreja); pinchazo y estocada (ovación y salida al tercio). Plaza de la Maestranza, 28 de abril. 13ª corrida de feria. Cerca del lleno.

Los miuras no es que fueran especialmente bravos cuando compró la ganadería el sombrerero don Juan y la hizo famosa., Antes bien salían mansos. Sin embargo poseían la casta propia del ganado de lidia, se comportaban fieros, eran duros de pezuña y, además, tenía una acusadísima personalidad. Un toro miura se distinguía de lejos aunque lo hubiesen camuflado en medio de una heterogénea, manada de mil cabezas.

La corralada que sacaron, en cambio, ni personalidad tenía. Animales de alzada (casi, todos rebasaron ampliamente: los 600 kilos), el trapío no les acompañaba, lo que ya es difícil con semejante romana. Segundo y tercero hasta parecían novillotes. Todos romos o sencillamente mochos, los hubo que daban la sensación de afeitados.

Por añadidura estaban inválidos. Saltaban a la arena, se ponían a pegar tumbos. Y no ya la bravura sino ni siquiera la casta se les podía adivinar por su comportamiento en el ruedo. Topaban a lo sumo, pues también hubo miuras que no embestían lo que se dice nada. El sexto, ni una embestida le dio al heroico Domingo Valderrama. Y, topando, derrotaban; y hasta querían coger.

Tres diestros de una pieza les plantearon lidia a estos miuras de corral y la verdad es que no se lo merecían. Ni los miuras merecían lidiadores ni los lidiadores esos miuras que, en caso de errar la técnica, les podían llevar al fracaso o a la enfermería.

Lo bueno es que no hubo ni enfermería ni fracaso. José Antonio Campuzano se fajó con sus moruchos de baja estofa cuanto fue posible, Domingo Valderrama les presentó pelea en el mismísimo platillo del redondel y al primero que le correspondió incluso se entretuvo en cortarle una oreja, tras un faenón en el que conjugó arte y valentía. ¡Ahí quedó eso!

Víctor Mendes no toreó miuras aunque mató miuras. No se trata de una charada: a los que devolvieron por inválidos no les daba la gana de irse y tras cerca de una hora de espera, media por ejemplar -cabestraje errático, capotazos múltiples, intentos de apuntillarlos- el diestro los hubo de pasar a estoque. Los sobreros resultaron tan inválidos como los titulares, Mendes los banderilleó bien, a uno descastado le hizo torera faena, breve al otro, y dejó bien sentado que la veteranía es un grado.

Tres horas y cuarto duró la función. Tres horas y cuarto de moruchos infumables, a pesar de lo cual la afición sevillana se retiró en silencio La afición sevillana debería estar en los altares.

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