El Supremo británico permite dejar morir a un paralítico cerebral
El Tribunal Supremo británico ha autorizado a los médicos que atienden a un paciente varón de 23 años, aquejado de parálisis cerebral y epilepsia, a no reanimarle si sufre un fallo cardiaco. Tampoco estarán obligados a administrarle antibióticos si contrae una infección que ponga en peligro su vida. El caso sienta un precedente legal por centrarse en el tratamiento de un enfermo que, incapaz de comunicarse, no precisa respiradores artificiales o. sondas gástricas. Su familia apoya la decisión judical porque el joven, "carece de la más elemental calidad de vida".Las asociaciones contrarias a la eutanasia y, sobre todo, los grupos especializados en minusvalías cerebrales, han calificado el fallo de "siniestro". Uno de estos últimos, Scope, teme que los médicos se esfuercen a partir de ahora menos con las personas aquejadas de una subnormalidad profunda. Consciente de dicho resquemor, Sir Stephen Brown, presidente de la Sala de Familia del Supremo que ha visto el caso, ha afirmado que no todo está perdido para el joven. "Seguirá en el hospital y sus padres y los médicos harán lo posible para que se sienta a gusto. Ello hasta que una crisis se lo lleve de forma natural poniendo fin a sus sufrimientos".
El paciente, conocido sólo como R., nació con graves deformaciones cerebrales y no puede hablar. Pesa unos 30 kilos y su aparato digestivo está ulcerado. Los especialistas suponen que padece ceguera y sordera y comparan su situación a la de un recién nacido sin futuro alguno. Aunque no saben a ciencia cierta lo que siente, sonríe si su madre le abraza y llora cuando le duele algo. Según las personas, que le atienden, no tiene cura y no resistirá la rudeza de las técnicas de reanimación cardiotorácica.
La decisión del Supremo era esperada con interés por los hospitales que deben aplicar las normas sobre reanimación de la Asociación Médica Británica y el Colegio de Enfermeras. Según éstas, el enfermo será consultado "siempre que ello sea posible".
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