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LOS PACTOS POLÍTICOS

González advierte que los nacionalistas catalanes rompen sus compromisos cuando les conviene

El pragmatismo de la política empieza a ponerse crudamente de manifiesto para los socialistas. Felipe González, jefe del Gobierno en funciones, lleva muchos días sin recibir llamadas telefónicas de su antiguo socio, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, sumergido ahora en la negociación con José María Aznar. González lamenta que Pujol no le llame, pero lo comprende, según dijo ayer en La Moncloa, en conversación informal con los periodistas tras el último Consejo de Ministros. El líder del PSOE alabó la seriedad de los nacionalistas catalanes, pero lanzó un aviso para navegantes: CiU rompe cuando le conviene. González confió en que no quiera distanciarse del PP en vísperas de las próximas elecciones catalanas.

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El jefe del Ejecutivo saliente hizo estos comentarios con pesar, dejando claro que no le parece bien que España entre en un proceso en el que las legislaturas no pasan de tres años, como la inaugurada en 1993, que duró dos años y medio. Con todo el aprecio hacia Convergència i Unió, los socialistas repiten la evidencia de que González tuvo que convocar elecciones porque los nacionalistas decidieron que no les sostenían más allá de diciembre de 1995.El líder socialista mostró su radical oposición a discutir el nuevo modelo de financiación autonómica en unas pocas semanas. Defiende la prórroga del actual modelo de financiación autonómica durante un año para poder negociar por consenso y con calma su sustitución.

De sus comentarios de ayer en La Moncloa se desprende que desaprueba rotundamente el modo en que el Partido Popular está llevando las conversaciones con los nacionalistas. Insiste González en que, en esta fase, Aznar no debería haber hablado de la financiación autonómica, sino de un programa de mínimos distinto que hiciera posible a Convergència i Unió votar la investidura de Aznar.

Estos mensajes los lanzó Felipe González hace ya 15 días tanto a Jordi Pujol como a Aznar, pero han caído en saco roto, y uno y otro han conducido su negociación como mejor les ha parecido, sin pedir opinión al presidente del Gobierno en funciones. A juicio de González, el modelo vigente de financiación autonómica debe prorrogarse y se debe emplear un año o año y medio en conseguir un consenso sobre el asunto. Todo hace pensar que los socialistas pondrán enormes objeciones al acuerdo sobre financiación entre las partes negociadoras. González anticipa que el asunto deberá ser tratado en el Consejo de Política Fiscal y Financiera y, después, en el Parlamento.

En esos ámbitos, Convergencia i Unió y Partido Popular se encontrarán con los socialistas, con quienes necesariamente tendrán que hablar. De ahí su sorpresa porque éste haya sido un asunto central de negociación.

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Aunque González no lo manifiesta en público, otros compañeros de partido atribuyen a la falta de pericia negociadora del Partido Popular el hecho de que que las cosas hayan discurrido de esta manera. Aseguran en el PSOE que todo lo que están leyendo en los medios de comunicación sobre las propuestas nacionalistas las han escuchado ellos mismos durante anos.

Lo cierto es que la tesis de posponer la negociación sobre e marco de financiación autonómica choca frontalmente con la esencia de los pactos entre Partido Popular y Convergècia i Unió.

González, en línea de lo que había expresado el día anterior en la ejecutiva de su partido, dejó en el aire, en tono preocupado, un buen número de preguntas sobre las que en su día requerirá respuesta de las partes negociadoras.

Su temor a que el déficit público se dispare, que pueda haber desequilibrios territoriales y que se implanten de hecho "paraísos fiscales fue evocado en alto por el presidente en funciones.

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