Subidas máximas

EL PRECIO de las gasolinas lleva nueve semanas consecutivas subiendo. Durante las cinco últimas ha ido, además, batiendo récords. Todo parece indicar que esta semana se mantendrá la tendencia y el precio de la gasolina súper -el 70% de la cuota de mercado- puede rebasar las 120 pesetas por litro. En lo que va de año ha subido ya ocho pesetas, de las que sólo 2,80 corresponden a la subida del impuesto especial que se aplicó a principios de año. La evolución del precio del gasóleo -tanto el de automoción como el de calefacción- ha sido similar, aunque ha subido tres pesetas menos.El precio de los carburantes en España se fija semanalmente de acuerdo a una fórmula matemática en la que se tienen en cuenta los precios en los mercados internacionales de Rotterdam y Génova y la media de los que existen en los seis países centrales de la Unión Europea (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Holanda y Bélgica) antes de impuestos, a la que suman dos pesetas. Es decir, está sujeto a una rigurosa tabla de medir que impide, entre otras cosas, que se dispare por encima de un máximo establecido (el resultado de esa fórmula tras añadir los impuestos). De ese techo hacia abajo, los operadores pueden poner el precio que quieran en la venta al público.

Otra de las explicaciones que ayudan a entender la fórmula de precios máximos es comprobar que la subida del precio de la gasolina es consecuencia del aumento mundial del precio del crudo (hasta llegar a niveles, superiores a los 25 dólares el barril) y que no responde a criterios unilaterales. Ese aumento se ha producido por una fuerte demanda y la contención de la oferta a la espera de que Irak, bajo embargo por la guerra del Golfo, se reincorpore a los países productores.

Más allá de los análisis de los precios internacionales y del impacto que va a tener la subida en la evolución. de la inflación, en el caso español hay que examinar si es viable la permanencia del sistema de precios máximos que existe desde 1990, cuando la normativa comunitaria obligó a liberalizar el precio del carburante y acabar con el monopolio. Se decidió entonces establecer este sistema, que permite controlar el precio máximo como un paso intermedio hacia una futura liberalización total.

El sistema pareció el más apropiado en su momento con vistas al cambio drástico que se producía en el mercado español y para evitar un disparo de los precios. Este objetivo. de que no se disparen los precios es lo que alegan los defensores del sistema de precios máximos. Pero cabe preguntarse si, seis años después, no va siendo hora de que se suprima y Se deje a cada empresa fijar libremente sus precios, como ya ocurre en la mayoría de los países comunitarios, Algunos sostienen que la supresión de topes llevaría consigo un inmediato aumento de precios, pero no es eso lo que demuestra la experiencia de algunos países europeos.

Con el sistema actual no existe, de hecho, competencia entre los grandes operadores, ya que todos ellos hacen coincidir prácticamente sus precios de venta al público con los máximos. Las diferencias vienen a ser, cuando las hay, de céntimos de peseta, sin que ello haya motivado ningún pronunciamiento por parte del Tribunal de Defensa de la Competencia.