Terrible ángel caído
Sin casi promoción, sin entrevistas en televisión, sin. el beneplácito de ningún círculo de opinión u oráculo de modas, este grupo ha llenado dos días seguidos en Madrid. Robe, cantante y alma de Extremoduro, es un terrible ángel caído que concita, al batir de sus alas rotas, la presencia de una España real, pero que nunca se ve reflejada en, ninguna parte.Una España que acude, orgullosa de su fealdad y su destino incómodo, a presenciar en familia a un poeta oscuro, de esos que dicen las verdades más temibles. De los que son capaces de combinar, a Machado, Hernández o Neruda con la poesía propia, labrada a golpes de sexo desgarrado, desesperanza sin solución y castigo en la vena. ¿Lou Reed made in Spain? Por qué no.
Extremoduro + Ratanera
Sala Canciller. 1.700 pesetas. Madrid, 20 de abril.
El sonido no maltrata las orejas. La música es rock del de siempre. La voz no es aflautada. Nada hay en el directo de Extremoduro que pudiera satisfacer una orgía de cultos o exquisitos. Sólo la verdad cuenta. La cruda y descarnada verdad, que apenas se oculta entre canciones como Prometeo, Ábreme el pecho y registra, Sucede o ese extenuante poema que, dura todo un elepé, Pedrá.
Luego está la inmensa respuesta del público, fiel como pocos, que se sabe hasta las comas y se identifica con lo que ve y oye hasta la pérdida de una identidad individual y la creación de una colectiva de las que, francamente, ponen la carne de gallina. Todo ello forma un espectáculo de primera línea que devuelve al rock su espíritu primigenio y hace pensar que no todo lo que sale por unos altavoces es para usar y tirar.
Babelia
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