La Operación Uvas de la Ira prosigue en Líbano pese al 'baile diplomático'
La frenética búsqueda de una tregua en Líbano no ofreció ayer muestras de inminente alteración de la situación en el campo de batalla. La artillería israelí respondió a los ataques de Hezbolá con la misma intensidad con la que, desde hace 12 días, trata de neutralizar el fuego de los Katyusha y demoler los escondites de los guerrílleros islámicos que actualmente libran su más decisiva lucha contra la ocupación israelí del sur del país.
El levantamiento del bloqueo del puerto de Beirut, entretanto, representó sólo una minúscula y relativa modificación de la campaña israelí. Las mismas cañoneras que abandonaron la bahía de Beirut tomaron posiciones en la costa de Sidón y Tiro, no sólo para reforzar el bloqueo de sus puertos, sino también para cortar el tráfico en los 80 kilómetros de la carretera costera al sur de la capital. Fuentes de seguridad libanesas dijeron que seis civiles resultaron heridos por el fuego de las cañoneras, que además paralizaron el envío de ayuda humanitaria a los refugiados.En Beirut, las expectativas de progresos en el plano diplomático se centraban en las gestiones del secretario de Estado norteamericano Warren Christopher, que llegó a Damasco tras una serie de reuniones en Jerusalén con el primer ministro Simón Peres, y en la misión mediadora paralelamente emprendida por los ministros de Exteriores ruso, Yevgueni Primakov; francés, Hervé de Charrette, e italiana, Susana Agnelli. Pero la búsqueda de un mecanismo para iniciar conversaciones capaces de producir una tregua tropiezan con la insistencia israelí en negociar con un solo mediador, EE UU.
Washington, principal aliado de Israel, y París, que aboga vehementemente por la causa libanesa, difieren en los términos y alcances de un acuerdo. Ambos quieren resucitar el compromiso que en 1993 puso fin a ataques contra civiles a ambos lados de la línea de demarcación, pero los franceses están siendo más receptivos al argumento de Beirut y Siria de que cualquier nuevo arreglo debe mencionar forzosamente la verdadera causa de la violencia, o sea, la renuencia israelí a acatar la resolución 425 del Consejo de Seguridad de la ONU, que desde hace 18 años demanda en vano la retirada israelí del sur de Líbano.
Israel también quiere bloquear toda posibilidad de participación directa de Hezbolá y, sobre todo, de Irán, cuyo ministro de Exteriores, Alí Akbar Velayati, está desde hace tres días en Damasco apuntalando la posición de los representantes de la guerrilla.
Una señal de que el Gobierno de Simón Perés podría estar contemplando con más interés que nunca, las propuestas libanesas la dio ayer el diario israelí Haaretz, que indicaba que Peres ha comunicado a funcionarios norteamericanos que su Gobierno no se opondría al desplazamiento del Ejército libanés a las posiciones que hoy ocupa Hezbolá al norte de la franja ocupada como primer paso para una retirada gradual de Israel a la frontera internacional. "Si eso es cierto, constituiría la primera indicación de que Israel está comenzando a examinar la situación bajo otra óptica, y eso es sorprendente", comentó un diplomático libanés.
Líbano, entretanto, se apresta hoy a observar un día de duelo nacional en memoria de los más de 150 muertos desde el inicio de la Operación Uvas de la Ira, hace 12 días, incluyendo los 94 hombres, mujeres y niños aniquilados por la artillería israelí en una base del batallón de los cascos azules en Fiyi el pasado jueves.
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