Los jueces vacían su caja fuerte
Hoy acaba la subasta de 485 joyas en los juzgados de plaza de Castilla
"Llevo tiempo intentando regalarle a mi mujer una cadena, pero el oro vale mucho y... He leído que los jueces subastan joyas, y aquí estoy, a ver si le consigo algo bueno, bonito y barato". Juan, de 68 años, es una de las más de 2.000 personas que han pasado ya, por los juzgados de la plaza de Castilla con el propósito de pujar por alguna de las 485 joyas que se exhiben desde el pasado jueves. Hoy, sábado, es el último día.El muestrario -cadenas de oro, piedras preciosas, anillos, relojes de oro...- es sustancioso y variado. Se trata de joyas que los jueces guardan en la caja acorazada de los juzgados, y que ahora, pasado el tiempo legal establecido, han decidido subastarlas porque fueron robadas y nadie las ha reclamado. Aunque si alguien acredita ser el dueño de alguna, puede recuperarla inmediatamente.
Esta subasta es la cuarta que organiza el juzgados decano de Madrid en los últimos dos años. La última, celebrada en febrero, fue de bicicletas, coches, radios... Incluso había un autbús, que fue adjudicado al mejor postor en 1,2 millones de pesetas. Y una furgoneta Ford Transit con sólo 24.000 kilómetros, adjudicada por 655.000 pesetas.
El dinero que recauda el decanato en estas subastas (11 millones en la última) se destina luego a las arcas del Estado, aunque el deseo de la juez decana, Manuela Carmena, es crear un fondo para indemnizar a las víctimas de robos.
Los juzgados disponen de un enorme sótano (y de una caja acorazada para las joyas) en el que se guardan cientos de miles de objetos robados. Tantos que el sótano se ha quedado pequeño para cobijarlos. Con el paso del tiempo, muchos acaban deteriorándose. Por eso el decanato tomó la iniciativa de celebrar pujas periódicas. La próxima que se avecina, según Luisa Sánchez Reyes, funcionaria que coordina estas subastas, será gigantesca: "Habrá de todo, desde radiocasetes, vídeos y televisiones hasta un martillo mecánico y una máquina para cerrar bolsas de plástico", señala Sánchez.
Siempre se han hecho subastas en los juzgados, pero la diferencia con las actuales es que los artículos salían en lotes (de coches, radios ... ), lo que impedía participar a personas con escasa capacidad económica. Los subasteros, siempre holgados de dinero para estos menesteres, amañaban la puja y solían quedárselo todo. Los lotes ya no existen; ahora hay que pujar por cada artículo. Los peritos judiciales los tasan muy por debajo de su valor para que todo el mundo pueda participar. En esta subasta es posible conseguir, por ejemplo, por algo más de 1.000 pesetas (salvo que otro puje más alto), un sello de oro de 18 quilates; y por 293.351, un despampanante Rolex de oro amarillo.
La sala de subastas, que hoy cerrará sus puertas a la una de la tarde, está en los juzgados de la plaza de Castilla, pero se accede a ella por la calle del Capitán Haya. Los interesados deben ir antes de la una para elegir la joya que se desee, conocer su precio de salida, y, antes de echar la puja en la urna, depositar un 20% del precio de su tasación en la oficina que el BBV posee dentro de los juzgados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.