Día sangriento en Oriente Próximo
LOS RIESGOS de la ofensiva militar israelí en Líbano eran muchos, graves y evidentes. Ante todo, para la población sometida a bombardeos, pero también para el proceso de paz en Oriente Próximo y para el propio Gobierno israelí. La matanza provocada ayer por varios obuses israelíes en un cuartel de las Naciones Unidas saturado de civiles palestinos que se habían refugiado allí lo demuestra de la forma más trágica posible. Al menos 97 civiles, en su mayoría mujeres y niños, murieron y decenas más resultaron heridos. La operación de autodefensa israelí contra los terroristas de Hezbolá ya se ha tornado en carnicería de civiles libaneses inocentes. Las razones que asistían a Israel tras los atentados de Hezbolá están quedando anegadas en sangre y las esperanzas depositadas en el, proceso de paz para Oriente Próximo se desmoronan, igual que las posibilidades de reconstrucción de Líbano tras tres lustros de guerras civiles y las expectativas de desarrollo general de la región.En el primer plano de este convulso paisaje se inscribe también el brutal atentado ocurrido ayer en Egipto, en el que radicales islámicos asesinaban a la salida de un hotel, cerca de las pirámides, a 18 turistas griegos. Se reabre así brutalmente un tercer frente, el egipcio. El atentado de El Cairo se produce después de un tiempo en que parecía que las autoridades egipcias habían tenido un relativo éxito con sus duros métodos contra el radicalismo islámico después de las oleadas, de atentados contra el turismo de años recientes.
Nadie tiene una receta mágica alternativa a esa política represiva, pero conviene subrayar que pocos regímenes árabes, por no decir ninguno, han sabido combinar una eficaz acción de la policía, y la justicia contra los islamistas con el desarrollo en sus países de la democracia y los derechos humanos y la lucha contra la corrupción y las sangrantes desigualdades sociales y económicas. Entretanto, la terrible espiral desencadenada por una ciega y violenta represión y una reacción terrorista aún más feroz continúan ensangrentando muchos lugares del Mediterráneo meridional y oriental.
Estos dos luctuosos hechos vuelven a poner a Oriente Próximo en la trágica actualidad de la que parecía que empezaba a. salir. Y sin embargo, no es momento de otorgar la razón a quienes consideran que aquellos conflictos carecen de solución. Porque es esto precisamente lo que quieren los que asesinan para provocar represalias y poner así en marcha de nuevo la espiral de la guerra.
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