¿Qué Estado queremos?
A propósito de las exigencias del honorable Pujol sobre el reconocimiento del señor Aznar en lo concerniente al "hecho diferencial de Cataluña" (EL PAÍS, 2 de abril de 1996), no sería justo ni oportuno el recelo por parte de las comunidades no históricas, puesto que este hecho diferencial no debería propiciar privilegio; más bien se convertiría en un acicate para la búsqueda de una mejor gestión y gobernación de cada comunidad en una leal y sana competencia con el resto de las comunidades. Por eso, cuando Martín Villa siendo ministro del Interior con UCD dijo "café para todos", incurrió en un primer error al agregar confusión a la ya confusa configuración de nuestro Estado de las autonomías; y era comprensible que desde las autonomías históricas pusieran el acento en sus diferencias lingüísticas y culturales. Habría, por tanto, que clarificar qué clase de Estado podría satisfacer las aspiraciones de las comunidades históricas, sin que las restantes se sientan discriminadas.Descartando el federalismo que por sus igualdades competenciales dejaría las cosas como están, o una confederación (como hace poco han pedido un centenar de intelectuales catalanes, en la que no aclaraban si habría algún tipo de vínculo con la Corona; ni como sería ésta. O si España iba a seguir existiendo como entidad supranacional, o se iba a convertir en algo similar a la Confederación Helvética. En fin, son propuestas que no aportan nada, y aquí se incurriría en una segundo error.
Entonces, si como se sabe existen unas autonomías con rasgos diferenciales por qué no respetamos esta denominación primigenia, aunque agregando, no un calificativo más, sino un concepto que estaría más en consonancia con la realidad del país. Es decir, reconocer que existe una asimetría que requiere diferentes grados competenciales sin que tenga que existir por ello autonomías de primera y de segunda, como últimamente se oye decir demasiadas veces por voces presuntamente autorizadas.
Esto exigiría un alto grado de responsabilidad por parte de los presidentes de las diferentes comunidades autónomas para explicar claramente a sus electores que esto no significa un agravio comparativo, y que en la búsqueda de mayor cotas competenciales no está la panacea, sino en el mejor aprovechamiento de las que se tengan.-
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