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La tregua de los políticos

Aznar y Anguita vieron procesiones y González se relajó por última vez como presidente por Doñana

Javier Casqueiro

La influencia de lo catalán se aprecia no sólo en la política. También, en aspectos más lúdicos y de ocio, como los lugares de moda para pasar unos días de vacaciones. Muchos dirigentes de CiU tienen segunda residencia en los Pirineos. Varios y muy significados, en el Val d'Aran. Como Josep Antonio Duran y Lleída, el portavoz de Unió Democrática, con una casa propia en Vaqueira Beret que ha sido visitada por José María Aznar. El portavoz de CiU en el Congreso, Joaquim Molins, se ha enfundado en estos días sus botas de montaña y se ha perdido también por esos montes. Jordi Pujol, el presidente de la Generalitat, ha preferido la masía familiar en Queralbs, cerca del santuario de Nuestra Señora de Nuria, en la sierra de Catllar, del Pirineo de Girona. Ayer, aunque era festivo en Cataluña, Pujol se reincorporó a sus actividades institucionales y visito un campamento de jóvenes en Igualada. Para los políticos vascos, que han celebrado este fin de semana su Aberri Eguna (Día de la Patria), ayer también fue festivo.

A la mayoría de los grandes líderes políticos españoles parece encantarles el paseo. Es decir, andar. También dicen leer mucho. Así lo indica el tipo de vacaciones que han disfrutado esta Semana Santa. José María Aznar y Julio Anguita coinciden además en otra afición: las procesiones. Felipe González ha sido recurrente y ha regresado, quizá por última vez como presidente del Gobierno, al coto de Doñana (Huelva). Jordi Pujol optó por refugiarse en la masía familiar en el Pirineo de Girona. El presidente del Gobierno en funciones, Felipe González, ha disfrutado la pasada semana de una manera especial, junto a su familia y amigos íntimos, de sus grandes caminatas por el Parque Nacional de Doñana. Es uno de sus retiros preferidos. Donde mejor desconecta de las tareas diarias y políticas y se vuelca en otra de sus pasiones. Allí ha dedicado durante años muchas horas a la lectura.Por otra parte, Doñana es también el lugar de descanso más favorable para controlar la complicada seguridad de un presidente del Gobierno. González no es que rehuya en estas ocasiones las charlas con políticos -de hecho, estos días se ha encontrado en el parque con el ministro de Obras Públicas, José Borrell-, pero sí es capaz de aislarse bastante. En cualquier caso, percibe todo ahora desde la sensibilidad de los interinos. En estas semanas, entre las elecciones del 3 de marzo y las vacaciones, ha aprovechado para resolver definitivamente la mudanza de algunas de sus pertenencias desde La Moncloa a su casa de Somosaguas, un barrio en la zona norte de Madrid.

Aznar no ha abandonado en estos días Madrid. Algunas mañanas incluso ha acudido al despacho a trabajar, en la sede central del PP en la calle de Génova, pero también ha encontrado huecos para el relax; eso sí, siempre con base en su domicilio de La Moraleja. La familia Aznar ha descartado en este periodo una escapada para practicar el esquí, un deporte al que se han aficionado en los últimos años, porque su hija, Ana, no tenía ganas esta vez de nieve. José Mari, el mayor, sí se marchó a esquiar.

El pequeño, Alonso, ha pasado toda la semana como invitado en el chalé-molino de Rodrigo Rato en Carabaña, un pueblo madrileño de 1. 125 habitantes que celebra una Pasión viviente muy reactivada en sus últimas ediciones, precisamente desde que Rato es presidente de honor de la asociación cultural local que monta ese espectáculo evangélico. Además, Alonso Aznar tiene la misma edad que Gelita, Ángeles, la hija de Rato. El matrimonio Aznar se desplazó a Carabaña, por ejemplo, para presenciar la citada Pasión el Viernes Santo con varios amigos y el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, con segunda residencia en un pueblo cercano. Aznar también ha rellenado varias horas de su asueto con la lectura.

Lo mismo ha hecho Julio Anguita. El líder de IU, en cualquier caso, es drástico en la reserva de su vida privada y se niega a explicar ninguna de sus incursiones en esa faceta. Se sabe, eso sí, que ha permanecido en Córdoba, su ciudad, desde el viernes 29 de marzo y todavía hasta ayer. Y que no ha precisado llamar en estas jornadas a sus colaboradores en Madrid. Ha paseado, leído y pensado mucho. El Domingo de Ramos participó, junto con destacados dirigentes de IU de Andalucía, como Felipe Alcaraz y Antonio Romero, en una fiesta local del PCE.

En Córdoba, Anguita suele recluirse en casa de su compañera, Juani, con su hija Carmen. A la hora de comer se marcha de "perol" a casas de amigos en la sierra, como Félix Ortega, el coordinador de IU local, su amigo y maestro como él, y allí cocinan unos guisos de arroz que degusta con fruición. Anguita no presume de refinado en lo referente a la gastronomía. Le gusta la cantidad, los huevos con chorizo y el Savin con casera. Por las noches, no ha permitido que se "encerrara" ninguna procesión sin su asistencia hasta altas horas de la madrugada.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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