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PATRIMONIO: LA CAPILLA DEL OBISPO, UN TEMA PENDIENTE DE LA COMUNIDAD Y LA IGLESIA

El principal monumento renacentista de Madrid lleva 13 años cerrado

La capilla del Obispo, una joya que muestra el paso del Gótico al Renacimiento en Madrid, lleva 13 años cerrada al público. Este templo de la plaza de la Paja (Centro), con un espléndido retablo y sepulcros renacentistas de Francisco de Giralte, discípulo de Alonso de Berruguete, fue restaurado en 1982. No así sus accesos -el claustro y la sala capitular-, lo que impide la entrada. La Comunidad, encargada del patrimonio artístico, y el Obispado, titular del monumento, no se han puesto de acuerdo sobre el uso del recinto ni han llegado a un convenio para destinar fondos para su reparación.

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En este templo del siglo XVI, que forma un conjunto de gran valor artístico con la capilla de San Isidro y la iglesia de San Andrés, se casaron o recibieron la primera comunión numerosos vecinos del Madrid de los Austrias. Otros madrileños la visitaron en 1983, cuando albergó un espectáculo basado en Los milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo.Pero, desde aquella apertura, el público no ha podido acceder a este monumento incluido en todas las guías turísticas de Madrid. El motivo es que los responsables regionales del Patrimonio Cultural consideran que los accesos -la sala capitular y el claustro- no están en condiciones de recibir visitas con asiduidad.

El templo perteneció a la Casa de Alba hasta su cesión al Obispado de Madrid en 1980. En 1982 lo restauró Angeles Hernández Rubio por encargo del Ministerio de Cultura, que acarició la idea de convertirlo en un centro cultural. Pero no fue posible, porque el claustro de acceso se encontraba en estado ruinoso y parte de la sala capitular y otras dependencias estaban ocupadas por distintos inquilinos que el Obispado fue desalojando de 1985 a 1990. También se realizaron diversas catas arqueológicas que impusieron nuevas barreras físicas al acceso.

Una vez desalojados los arrendatarios, el Gobierno regional intentó llegar a un acuerdo con el Obispado para dotar a las dependencias anejas a la capilla de las condiciones que hicieran posible la visita pública. Entre 1989 y 1990, la arquitecta Ana Iglesias González ejecutó, por encargo autonómico, unas obras de emergencia en zonas semirruinosas de los accesos por valor de 19 millones de pesetas.

Pero el convenio entre los responsables políticos y eclesiásticos de la región quedó en dique seco, según explica Javier Gutiérrez, jefe del Servicio de Conservación y Restauración del Patrimonio de la Comunidad, en el cargo desde el anterior Gobierno socialista.

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"Existían discrepancias sobre qué utilidad dar al monumento: si convertirlo, como quería el Obispado, en sede de la Academia de Arte e Historia de San Dámaso (Academia de las Bellas Artes de la Iglesia) o darle un uso público como museo o sede de conciertos de música sacra, como planteaba el Gobierno regional", explica Javier Gutiérrez.

Tres diócesis

"Además, por aquellas fechas, el Arzobispado de Madrid se dividió en tres diócesis, lo que interrumpió el convenio que esta institución religiosa mantenía con la Comunidad, para, entre otros asuntos, la conservación del patrimonio", añade Javier Gutiérrez.

Este responsable autonómico de Patrimonio apostilla que sin convenio no había dotación presupuestaria para la restauración de los accesos a la capilla, sólo algunas partidas para actuaciones de emergencia. "Y esa dotación era básica para conseguir fondos en un servicio como el de Conservación del Patrimonio, que desde 1993 ha contado con un presupuesto anual de unos doscientos millones de pesetas, a repartir entre unos 350 monumentos", matiza Javier Gutiérrez.

El resultado de esta situación fue que la capilla del Obispo quedó a la cola de los numerosos templos que esperan la rehabilitación.

Este periódico ha llamado en numerosas ocasiones al Obispado de Madrid para conocer su versión de los hechos, pero, a pesar de los reiterados contactos con los servicios de prensa, no ha obtenido explicación alguna.

Las piezas principales de esta joya arquitectónica son, además del retablo y los sepulcros de Gutierre de Carvajal y de sus padres -que tuvo su taller en las proximidades del templo-, las puertas, de atribución imprecisa, que constituyen una muestra más que notable de la talla renacentista castellana.

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