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Peres asegura que el acuerdo final con los palestinos se someterá a referéndum en Israel

Ansioso por tranquilizar a los israelíes, preocupados por el precio de la paz con los palestinos, el primer ministro Simón Peres anunció ayer que el acuerdo final con éstos será sometido a un referéndum nacional antes de entrar en vigor. La idea, planteada os meses antes de las elecciones, no provocó, al menos inmediatamente, reacciones adversas en el campo palestino. "Es un asunto interno de los israelíes. La idea, no es ni mala ni buena", declaró a EL PAÍS Ahmad Kurei, o Abu Alá, actual ministro de Finanzas del Gobierno autónomo de Yasir Arafat. "Tienen derecho a realizar una consulta si quieren", añadió Kurei, jefe de la delegación palestina que negoció secretamente los acuerdos de Oslo en 1993.

Es la primera vez que el Gobierno israelí menciona la celebración de un referéndum para determinar el futuro de su pacto con los palestinos. Analistas políticos señalan que Peres y sus correligionarios del Partido Laborista desean sobre todo asegurar al electorado que, en caso de ser reelegidos en los comicios del 29 de mayo, como sugieren las encuestas, no se tomarán decisiones finales sin una previa consulta popular. Muchos israelíes, sobre todo de derecha, temen que los laboristas hagan demasiadas concesiones para firmar el Acuerdo sobre el Estatuto Definitivo de Palestina. Las negociaciones sobre Jerusalén, Cisjordania, Gaza y los 144 asentamientos judíos deben comenzar en mayo.Mientras la campaña electoral toma fuerza, el bloque derechista Likud de Benjamin Netanyahu acusa a los laboristas de planear concesiones a los palestinos como la entrega de la mayor parte de Cisjordania y un sector de Jerusalén. Peres ha negado reiteradamente que piense alterar la situación de la Ciudad Santa, y mucho menos aprobar su división.

Viaje histórico al Golfo

Peres hizo conocer su plan de referéndum durante una conversación con periodistas en el avión que lo llevó ayer a Omán, primera etapa de su gira por el golfo Pérsico, que le llevará luego a Qatar. "Pediré un mandato al partido para hacernos cargo de las negociaciones sobre el estatuto final con los palestinos y para informarles a éstos de que habrá un referéndum. Cuando se entra en negociaciones como éstas, lo que hay que buscar son resultados que cuenten con el apoyo de la mayoría", dijo. También afirmó que mantiene la promesa de su predecesor, el asesinado Isaac Rabin, de celebrar otra consulta sobre la devolución de los al tos del Golán, la estratégica meseta siria capturada por Israel en la guerra de 1967. Arafat no hizo comentario alguno sobre el referéndum. El líder palestino parecía más bien abocado a atraer apoyo árabe, a su campaña política para forzar a Israel a levantar el cierre de Gaza y Cisjordania. Cansado de esperar el levantamiento del asedio impuesto hace cinco semanas, Arafat dijo ayer que el Estado judío "ha declarado la guerra al pueblo palestino".

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La severa afirmación de Arafat figura en una carta al secretario general de la Liga Árabe, Esmat Abdel Meguid, según fuentes de este organismo con sede en El Cairo. "El castigo colectivo, la renuencia a replegarse de Hebrón y el retorno de tropas israelíes a zonas palestinas son una declaración de guerra contra el pueblo palestino", dice la carta. Su contenido refleja la profunda frustración de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) por las medidas de Israel tras los atentados suicidas de Hamás.

Es poco probable que Arafat adopte una postura drástica. Su principal propósito es obtener el apoyo de la Liga Arabe a una sesión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU para debatir la crítica situación dentro de Gaza y Cisjordania a causa del cierre. El futuro de esa iniciativa se tornó ayer más incierto tras la aparente decisión israelí de ir suavizando las medidas draconianas que están causando estragos en la frágil economía palestina. En un evidente intento por bloquear una gestión diplomática de envergadura, Israel anunció ayer que permitirá la entrada en Israel de 3.000 trabajadores de Gaza. Ello representa el 5% de la fuerza laboral paralizada por el cierre de la franja. "Se trata de un gesto humanitario. La Autoridad Palestina nos había hecho una solicitud en ese sentido", declaró un portavoz israelí.

No está del todo claro si todos los palestinos que trabajan regularmente en Israel podrán volver a sus empleos. Pero en círculos oficiales palestinos ya se habla con pavor de una cancelación de los permisos de trabajo, posibilidad que ganó terreno con los planes israelíes de reemplazar la fuerza laboral palestina con mano de obra de Europa oriental. Según Arafat, los palestinos pierden 380 millones de pesetas cada día que se les impide trabajar en Israel.

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