Primera revisión del último Miró
Diez años después de la gran antológica de escultura de Joan Miró organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, esta nueva exposición que se inaugura ahora se centra, primordialmente, en los bronces que el artista realizó a partir de mediados de la década de los sesenta, y que constituyen el grueso de su producción tridimensional. Se trata de un gran número de obras originadas desde sus estudios en Mallorca, y es así que en la fundación que en la isla lleva su nombre, y el de su mujer, se pueden encontrar centenares de objetos y dibujos que le sirvieron de ejercicios preparatorios. Más de un centenar de estos dibujos, una cincuentena de objetos y un grupo de fotografías de algunas obras durante el proceso de su creación, además de más de 70 obras definitivas, permiten apreciar cuáles eran los métodos de creación de Miró y sus fuentes de inspiración, constatándose de nuevo la falsedad el tópico de su ingenuidad.La mayoría de las esculturas aquí reunidas son realmente collages tridimensionales de objetos encontrados y coleccionados por Miró que a veces tardaban años en convertirse en una escultura, o mejor, en una de sus partes. Después de este proceso de metamorfosis y apropiación -que en muchos casos, además, está basado en un dibujo previo, es decir, en una imagen antes que en un concepto-, las obras fundidas en bronce, material que ejerce una función unificadora, se convierten en personajes enigmáticos, más o menos antropomórficos, que nos hablan de la vida inherente de los objetos inanimados, de la capacidad poética de los volúmenes en el espacio. Estas obras conectan también, con el espíritu paradójico y onírico de sus primeras experiencias dadaístas y surrealistas, aunque lejos de cualquier tipo de militancia dogmática.
La exposición, de la que es comisario el norteamericano William Jeffet, que lleva ya muchos años escribiendo sobre las esculturas de Joan Miró, incluye, junto al grueso de obras de mediano y pequeño tamaño, un grupo de obras de gran formato entre las que están las importantes Pájaro lunar y Pájaro solar, además de otro pequeño grupo de esculturas coloreadas. Por último, hay que destacar que esta exposición se ha convertido además, y sin realmente pretenderlo, en una primera revisión de la obra del último Miró, cuya pintura de gran formato de estos mismos años no ha sido todavía objeto de un análisis definitivo. En estos momentos de desprestigio absoluto del formalismo, una cuidadosa revisión de sus últimas pinturas, a partir, por ejemplo, de su gran tríptico Azul, de 1961, no podría parecer más adecuada.
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