Francia quiere sustituir Schengen por otro acuerdo europeo
ENRIC GONZÁLEZ, Francia quiere sustituir el acuerdo de Schengen sobre supresión de fronteras intraeuropeas por otro tipo de esquema, con mayores garantías de seguridad e implicación de los 15 países miembros de la Unión Europea (UE). Casi un año después de la entrada en funcionamiento de Schengen, Francia se reintegró el lunes al resto del grupo fundador (Alemania, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, España y Portugal), pero lo hizo con reservas: se mantienen las fronteras con los países del Benelux a causa de la tolerancia de la legislación holandesa respecto a las drogas blandas, y se insiste en la necesidad de "perfeccionar" la cooperación. El Gobierno francés está, sin embargo, dividido en cuanto a la vía para mejorar Schengen.
El reingreso de Francia en el grupo de Schengen era necesario como señal de buena voluntad antes de la conferencia intergubenamental deTurín. Pero el Gobierno francés no se pone de acuerdo sobre cómo debe evolucionar Schengen, reproduciendo las históricas divisiones del movimiento gaullista sobre la. supresión de fronteras internas y la arquitectura institucional de la UE. El ministro delegado para Asuntos Europeos, Michel Barnier, es favorable a Schengen y al reforzamiento de la Comisión de Bruselas. El ministro de Interior, Jean-Louis Debré, es tan reticente como lo era su antecesor, Charles Pasqua, y prefiere la cooperación intergubernamental.
Debré y el senador gaullista Paul Masson, autor de un informe de evaluación sobre el primer año de Schengen, consideran por ejemplo que no puede funcionar un espacio de seguridad unido y sin fronteras mientras persistan diferencias legislativas en materias como droga y terrorismo. En ese sentido, Debré y Masson, apoyados por el propio presidente Jacques Chirac, acusan a Holanda de permitir el comercio de estupefacientes y al Reino Unido de negarse a adaptar su legislación antiterrorista.
Masson reconoce, sin embargo, que la Administración francesa tiene una responsabilidad importante en los fallos de Schengen: su informe señala que el Ministerio del Interior "no ha mostrado jamás el menor celo", que Aduanas y Gendarmería se resisten a las reformas, que el sistema centralitsta se adapta mal a la colaboración con los socios europeos, y que el Ministerio de Asuntos Exteriores (que negocia los acuerdos) y el de Interior (que debe aplicarlos) mantienen serias divergencias.
Las diferencias entre Exteriores e Interior son muy profundas. El senador Masson, alineado con las tesis de Interior, considera que Schengen es poco más que un banco de pruebas para la futura política europea de seguridad, aunque considera "necesario y realista que los mejores logros [de Schengen] sean transferidos al dispositivo intergubemamental de la unión política". Masson, como Chirac, cree, por tanto, que la cooperación en materia de seguridad debe permanecer en el ámbito de los consejos de líderes y ministros nacionales, sin ceder atribuciones a la Comisión Europea.
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