La necesidad de la reforma
Son muchos los que se han servido de la reforma del sistema educativo para reivindicar las tradicionales enseñanzas medias. Curiosamente, tras años de críticas al actual BUP éste aparece ahora de repente como una "enseñanza prestigiosa y preparatoria para la universidad". Nadie podrá dudar de los aspectos positivos de las actuales enseñanzas medias, pero tampoco de que el BUP se encontraba excesivamente estructurado en áreas saturadas de conceptos para memorizar y un tanto desconectadas de la realidad y, lo que es peor, de los alumnos.Dos son las principales críticas al nuevo sistema educativo que suelen oirse: que la reforma reduce a los centros a la condición de aparcamientos de niños y que se disminuye el nivel de la enseñanza.
Los profesores de bachillerato, acostumbrados a atrabajar con un alumnado al que debían preparar para su incorporación al mundo universitario se encuentran ahora, debido a la ampliación de la obligatoriedad de la enseñanza de los 14 a los 16 años, con una nueva realidad: la de un buen número de alumnos que antes abandonaban los estudios y que ahora deben permanecer en las aulas. Ante ello, se debería reflexionar en manos de quién está realmente la posibilidad de conseguir que los centros sean algo más que aparcamientos, es decir, quiénes son, en último término, los responsables de que este nuevo alumnado pueda o no continuar realmente su proceso formativo.
En cuanto a la crítica relativa al nivel de la enseñanza, tal vez sería bueno recordar algo que deberíamos tener siempre presente: que tenemos que enseñar a todos; no sólo a los futuros universitarios, sino también a esos alumnos que antes abandonaban los estudios o se incorporaban a la injustamente denostada FP. Para atender a todo el alumnado la reforma no sugiere rebajar el nivel sino algo que, en principio, se nos presenta como mucho mas costoso y es el esfuerzo que hay que hacer para adaptar las enseñanzas que impartimos al nivel de nuestro alumnado.Los que llevamos ya algunos años trabajando con el nuevo sistema educativo sabemos que son muchos los problemas que encierra, pero también que frente a ellos se nos demanda, sobre todo al principio, una mayor capacidad de trabajo, y también sabemos que esos problemas y desajustes pueden irse solucionando, si se dan estas condiciones:
-Debates en el seno de los centros, donde se fijen los principios educativos, los objetivos, y las posibilidades de actuación educativa que la Ley deja abiertas.
-Potenciación del trabajo en equipo.
-Replanteamiento del papel que corresponde jugar al profesorado ante la nueva situación. A este respecto, al profesor experto de la Ley del 70 parece sucederle ahora un nuevo profesional al que se le exige una forma más funcional de entender su tarea. Dentro de este punto no podemos obviar el hecho de que intentar implantar una reforma educativa sin los fondos económicos necesarios equivale a exigirnos a los docentes que, sin grandes mejoras materiales, económicas y laborales en nuestro trabajo asumamos la resposabilidad de su éxito o de su fracaso.
En resumen, esta reflexión pretende apartar al profesorado de las lógicas reticencias ante un cambio en el sistema educativo y animarle a incorporarse a él desde la racionalidad para, una vez dentro, proponer las modificaciones y las adaptaciones que sin duda va a necesitar y que irán surgiendo con su puesta en práctica.Jesús Palomo Palomo es director del instituto de educación secundaria Rayuela, de Móstoles (Madrid).
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