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Temor alemán al roji-verde

Las elecciones regionales del domingo en tres Estados federados alemanes ponen de manifiesto la desconfianza del electorado sobre la capacidad de una coalición roji-verde, entre socialdemócratas (SPD) y Los Verdes, para resolver la crisis económica que sufre el país, con 4,3 millones de parados, la cifra más alta desde el final de la guerra, y un crecimiento negativo del producto interior bruto (PIB) en el Último trimestre.Al mismo tiempo, el rechazo a. la alternativa roji-verde refuerza la coalición de centro-derecha, de democristianos (CDU / CSU) y liberales (FDP), que gobierna en Bonn y podrá ahora afrontar con cierta tranquilidad la tarea de recomponer la economía alemana.

El desastre del SPD w las elecciones del domingo no admite paliativos, por más que el presidente del partido, el jefe de Gobierno del Sarre Oskar Lafontaine, se esfuerce en maquillar las cifras e intentar vender la burra ciega a la opinión pública al afirmar que se han mejorado los resultados respecto a las últimas elecciones federales de 1994 y a los sondeos demoscópicos del pasado noviembre, cuando él asumió la dirección.

El SPD consiguió el domingo en el importante Estado de Baden-Würtemberg el peor resultado desde el final de la guerra, y ya le echaron del Gobierno de gran coalición con la CDU. Para más inri, los análisis poselectorales demuestran que en ese Estado industrializado del sur de Alemania los trabajadores dieron la espalda al SPD y prefirieron votar a la CDU. Se estima en un 30% el voto obrero al SPD y en un 38% a la CDU. El proletariado, o lo que queda de él, no ha soportado la idea de entregar el Gobierno de Baden-Würtemberg en manos de una coalición roji-verde.

"Ni bajo el síndrome de las vacas locas votarían los alemanes en periodo de crisis por una coalición roji-verde", comentaba ayer un periodista en Bonn. Tal vez no le falte razón. Los días de tira y afloja en la coalición roji-verde que gobierna Renania del Norte-Westfalia, con 18 millones de habitantes el Estado más poblado e industrializado de Alemania., tuvieron sin duda un efecto disuasorio sobre el electorado de Baden-Würtemberg, que se asustó ante la posibilidad de que el Gobierno del Estado cayese en manos de semejante experimento, donde se pone en peligro la gobernabilidad por un quítame allá ese par de kilómetros de autopista.

En Renania-Palatinado el SPD ha conseguido a duras penas conservar el puesto de jefe de Gobierno y podrá continuar la coalición socio-liberal con el FDP, pero dependerá por completo de la voluntad de este partido, que representa el papel de bisagra y, si quiere, podría cambiar de pareja hacia la CDU y formar una coalición como la de Bonn. En Schleswig-Holstein el SPD se quedó sin la mayoría absoluta que había logrado en los últimos ocho años, y perdió un 6,4% de votos, que en un electorado tan estable como el alemán supone casi un terremoto de grado medio.

La conclusión más palpable de las elecciones regionales, a las que estaba convocado un 20% del censo, es que los alemanes se rigen por la máxima ignaciana del fundador de los jesuitas y "en tiempos de tribulación se abstienen de mudanzas". Ante semejante perspectiva, se explica la expresión, entre perpleja y desesperada, con que ayer comparecieron en Bonn ante la prensa Lafontaine y los tres candidatos del SPD. Los socialdemócratas no tienen recetas para combatir al canciller democristiano Helmut Kohl. De nada les ha servido recurrir al populismo y la demagogia con temas como la oposición a la Unión Monetaria Europea y la entrada de emigrantes de origen alemán procedentes de la antigua Unión Soviética. Kohl se ha podido permitir ayer el lujo de pronosticar al SPD "un aterrizaje de panza", si intenta llevar el tema de la Unión Monetaria Europea a las elecciones federales de 1998, y calificar de "lo más impresentable jamás visto en una elección" el intento de ganar votos a costa de los emigrantes del Este.

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