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Isabel II comparte en Dunblane el dolor de los escoceses por la matanza de los inocentes

Unos pocos centenares de personas, incluidos muchos periodistas, recibieron ayer a la reina Isabel II de Inglaterra y a la princesa Ana en Dunblane, la localidad escocesa sacudida por la tragedia el pasado miércoles. En el reloj de la catedral sonaban las tres en punto cuando el DaimIer negro en el que viajaban la reina y su hija enfiló la plaza Mayor de Dunblane. Las mismas campanas de la catedral del siglo XIII sirvieron para iniciar, a las 9.30 de la mañana del domingo, el minuto de silencio que prácticamente todo el país guardó en memoria por los inocentes asesinados por Thomas Hamilton.

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Un minuto de silencio en todo el Reino Unido

La frágil figura de Isabel II descendió del vehículo vestida y tocada de morado y calzando botas negras altas. La princesa Ana vestía un sencillo abrigo marrón. Fue una llegada fría, contemplada en silencio, bajo un cielo plomizo, por los vecinos de este atormentado pueblo. Acompañaban a la reina y a su hija el ministro para Escocia, Michael Forsyth, y el portavoz laborista para Escocia, George Robertson. En el interior de la catedral, donde. la reina y su hija fueron recibidas por el reverendo Colin McIntosh, el responsable de la parroquia, departieron durante quince minutos con una treintena de familiares de las víctimas después de participar en un oficio fúnebre.Isabel II y la princesa Ana permanecieron un par de horas en Dunblane, donde escucharon el relato de la tragedia de labios de los profesores de la escuela primaria. Tras el servicio religioso, la soberana y su hija hicieron un breve recorrido por el pueblo. Más tarde la pequeña comitiva local se encaminó a la escuela primaria, escenario de la tragedia, donde depositaron sendos ramos de flores. Antes de regresar a Londres Isabel II y su hija, únicas representantes de la familia real británica que han acudido a Dunblane, visitaron el hospital de Stirling donde siguen ingresados cinco niños y dos profesoras.

La tragedia de la escuela primaria de Dunblane ha levantado un clamor popular contra la legislación que regula las licencias de armas en el Reino Unido. George Robertson, el portavoz laborista para Escocia y vecino de Dunblane, ha declarado que su partido se propone endurecer la actual normativa cuando llegue al poder. Robertson se lamentaba el sábado de que en el caso de las licencias de armas la policía ha de demostrar con razones concluyentes que el aspirante a poseerla no está cualificado para ello, en lugar de lo contrario. Todo parece indicar que: la investigación encargada por el Gobierno a Lord Cullen afectará, decisivamente a la actual legislación sobre posesión de armas en el Reino Unido.

Por su parte, la policía británica está a punto de lanzar una campaña a escala nacional ofreciendo la amnistía a los poseedores de armas ilegales como a ocurriera tras otras masacres de características similares a la perpetrada por Thomas Hamilton en el gimnasio de la escuela primaria de Dunblane.

De acuerdo, con una información publicada ayer por The Sunday Times, el asesino de Dunblane había almacenado en su domicilio de Stirling abundante munición comprada por correo durante los últimos tres meses. Según el periódico, una de las armas supuestamente utilizadas en el crimen masivo, una pistola Magnum 357, llegó a manos de Hamilton por el mismo conducto en vísperas de la masacre del miércoles.

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En sucesivos pedidos a la armería London Armoury, en la capital británica, Hamilton adquirió munición por valor de más de 200 libras (unas 40.000, pesetas) en ese plazo de tres meses. Días después exhibiría ante varios miembros de un club de tiro de Stirling la nueva adquisición asegurando haber comprado la pistola Magnum con la intención de regresar a las competiciones de tiro. ,Compasión para el asesino

Diversas autoridades religiosas de las iglesias católica y escocesa reclamaron ayer por primera vez compasión para el asesino. El cardenal Thomas Winning, arzobispo de Glasgow y máxima autoridad de la Iglesia católica de Escocia, indicó que acaso para enfrentarse a Hamilton lo mejor era intentar percibir su figura "como si fuera" un hermano. El cardenal Winning se mostró favorable también a que se abra un debate en la sociedad británica sobre la cultura de la violencia en la que está inmersa. "La sociedad de hoy en muchos aspectos es una sociedad enférma", añadió el cardenal, "éste no ha sido un incidente aislado, aunque sea el peor".

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