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Cruda batalla en 'suelo' alemán

El jueves de la semana anterior, Michael Dornemann -considerado uno de los candidatos a la sucesión del presidente del grupo Bertelsmann, Mark Wossner- fue recibido con aplausos por el consejo de administración. Había conseguido un golpe espectacular. Junto con la compañía británica de televisión BSkyB (propiedad del magnate Rupert Murdoch, de 65 años), la compañía francesa Canal + y Havas, el gigante parisiense de los medios de comunicación y la publicidad, Bertelsmann pretende popularizar la televisión digital en pugna con su eterno rival alemán, Leo Kirch. Bertelsmann ya colabora con Murdoch y Canal + en la cadena comercial Vox, de Colonia.En los próximos tres años se invertirán cerca de 1.000 millones de marcos [más de 80.000 millones de pesetas] en un nuevo grupo europeo de televisión (denominado Newco en los documentos de trabajo); las primeras ganancias se esperan para el próximo milenio. Al final, se pretende que 30 canales especializados proporcionen un volumen de negocio anual de 1.500 millones de marcos.

Durante años, Wossner y Dornemann habían apostado por una cooperación con Kirch. Lo que comenzó como una colaboración en 1990, por medio del canal Premiere, termina ahora como un duelo entre ambas compañías. Kirch quería negocios preferiblemente en solitario. En secreto, desarrolló un descodificador para emisiones de televisión. En la exposición de telecomunicaciones de Berlín, Kirch presentó su caja mágica y los expertos se mostraron favorablemente impresionados. Wossner estaba furioso. El grupo Bertelsmann no tenía nada comparable que mostrar.

De pronto, la cancillería federal presionó en favor del descodificador de Kirch. La compañía Telekom, bajo control estatal, tuvo que justificar su asociación con Bertelsmann y Canal +, que también estaban desarrollando un descodificador. El presidente de Telekom, Ron Sommer, se mostró indignado por la injerencia.

Todas las reuniones organizadas para conseguir acordar una norma unificada para el descodificador fueron aprovechadas por el astuto muniqués en favor de su audaz plan en solitario.

En busca de ayuda, Dornemann se dirigió a la CLT, de Luxemburgo, para iniciar conjuntamente programas de televisión de pago. Los orgullosos directivos de CLT declinaron la oferta. En aquel entonces, los luxemburgueses todavía pensaban que el super empresario televisivo, Rupert Murdoch, con el que ya habían negociado una empresa conjunta, era un buen socio. Pero también Dornemann había puesto sus ojos en Murdoch.

Este australiano de nacimiento, con pasaporte estadounidense, tiene algo de lo que Bertelsmann carece: un estudio de Hollywood, innumerables series y películas, derechos futbolísticos o derechos exclusivos de boxeo. Murdoch controla periódicos, emisoras de televisión, canales de satélite y producciones de películas en todo el mundo.

Dornemann pisó el acelerador. En poco tiempo se produjeron varias citas con Murdoch, a veces en Londres, a veces en Nueva York y también en Los Angeles. El lunes [de la semana pasada], el negocio se cerró en Londres. El equipo de Kirch está irritado: en Munich nadie había contado con eso. "Ahora estamos empatados", dice Dornemann.

Copyright Der Spiegel.

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