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El 'circo mediático'

Las empleadas de recepción del hotel Stakis de Dunblane no daban abasto el miércoles por la noche. Nervios y excitación contenida podían percibirse en los ojos de los empleados del bello y desastroso hotel de cuatro estrellas que domina Dunblane.Los personajes más famosos de la BBC, la televisión estatal británica, se paseaban por los pasillos seguidos de técnicos y redactores dispuestos a arrasar a cualquiera para no perder el cierre.

El horror ha atraído a Dunblane a centenares de periodistas de todo el mundo, la mayoría, por supuesto, británicos. En un radio de 40 kilómetros a la redonda era imposible ayer encontrar la más modesta habitación de hotel o bed and breakfeast, (cama y desayuno).

Los carteles de "no hay habitaciones" colgaban de puertas y ventanas en los alojamientos más impensables. Para mayor inri, Dunblane acoge a partir de hoy una importante feria agrícola y el hotel Stakis se vio obligado a desprenderse a toda prisa de su legión de huéspedes informativos.

En las dos entradas principales de la escuela. primaria del pueblo, foco máximo de atención, decenas de periodistas, fotógrafos y cámaras de televisión asedian a los vecinos que se acercan a depositar los habituales ramos de flores en el lugar de la matanza, una costumbre profundamente británica.

Los taxistas locales están de enhorabuna pese al duelo que sobrecoge el ánimo de la localidad. "Acabo de llevar a unos tipos de la televisión francesa a un sitio desde el que se ve muy bien la escuela donde ocurrieron los hechos, pero ¿mire cómo me han dejado el coche con las cámaras?, se quejaba una taxista.

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Vecinos y clérigos

Los vecinos se prestan con amabilidad a las entrevistas espontáneas, igual que el clero de la Iglesia de Escocia, varios de cuyos miembros han sido entrevistados en el espacio de dos días por las diversas televisiones una y mil veces.

La espléndida catedral del siglo XIII, alabada en su día por el famoso escritor y viajero del siglo XIX John Ruskin, nunca había merecido tanta atención.

De alguna oscura manera, tropezarse con las cámaras de las televisiones y con los periodistas contribuye a aliviar el dolor de los habitantes de este hermoso lugar, hoy sombrío.

No puede decirse, en cambio, que la anunciada visita del primer ministro británico, John Major, haya resultado tan reconfortante. Después de todo, en Escocia apenas tiene implantación el Partido Conservador, el de Major, y el voto mayoritario se divide entre el Partido Laborista y los nacionalistas escoceses.

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