Francia rechaza la presencia de la Eurocámara en Maastricht
Francia lanzó ayer un ruidoso torpedo contra la participación del Parlamento Europeo en la Conferencia Intergubernamental (CIG) que emprenderá a final de este mes la reforma del Tratado de Maastricht. La Asamblea Nacional no está presente cuando se negocia un asunto fiscal, "¿por qué debería estar el Parlamento Europeo?", banderilleó el francés Hervé de Charette, en la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea (UE). "Si se decide que éste participe, entonces la Asamblea pedirá asociarse también, y lleva la razón, porque tiene una función más importante en la ratificación de la reforma" que la propia Eurocámara, apuntilló.Algunos diplomáticos atribuían esta posición al rencor contra la Cámara del presidente francés, Jacques Chirac, que el pasado mes de julio fue abucheado a placer por los eurodiputados de Estrasburgo, a cuenta de sus impopulares pruebas nucleares en Mururoa. Otros consideraban que al mismo tiempo se vengaba de Italia, país que preside el lanzamiento de la CIG, por su actitud contra las, explosiones en el Pacífico.
Junto a De Charette, pero no revueltos -en posiciones más moderadas-, el británico Malcolm Rifkind y el portugués Jaime Gama mostraban recelos ante la participación del Parlamento en la CIG. Ambos ofrecieron indicios de que podrían aceptar una solución de compromiso propuesta por la presidencia, italiana.
No al secretismo
Todos los demás, encabezados por los nórdicos y por España, militaban por un esquema de participación plena similar al que funcionó durante el Grupo de Reflexión preparatorio de la CIG. "No podemos afrontar la reforma teniendo en contra al Parlamento, entre otras razones porque éste es caja de resonancia del debate y hay que evitar el secretismo con el que se fraguó el Tratado de Maastricht", defendió el español Carlos Westendorp, que presidió el Grupo de Reflexión.
Al final se intentará tirar por el camino de enmedio esbozado por la presidenta de turno, Susanna Agnelli. Los representantes del Parlamento participarían en un debate al principio de las sesiones ministeriales mensuales, (y quizá también en las de los representantes personales de los ministros), sin acceder al meollo de los encuentros: la negociación entre Gobiernos.
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