_
_
_
_

Apatía en Irán ante las elecciones de hoy

JUAN CARLOS GUMUCIO ENVIADO ESPECIALVaqueros, jersey rojo de universidad norteamericana y zapatillas de marca. Con un atuendo tan rotundamente occidental, sorprende que Mohsen Savoji, un estudiante de 21 años, salga apasionadamente en defensa del rígido sistema islámico instalado en Irán hace 17 años. "Vamos, ponga mi nombre", dice. "Quiero que se sepa que en Irán los jóvenes no estamos descontentos. Tenemos un gran Gobierno y queremos que sea mejor aún. Por eso iremos a votar", añade echando un vistazo a sus amigos, con los que se ha reunido en una céntrica calle de Teherán. Ninguno lleva barba. Instantes después estalla una carcajada. "Claro que estoy bromeando. Mañana me largo a esquiar", dice el joven. "¿Para qué votar si sabemos que nada va a cambiar?". El desinterés y la apatía dominan.

Más información
El Gobierno español da un suave tirón de orejas a Teherán

Los resultados del combate gubernamental contra el cinismo y el escepticismo populares, especialmente entre los sectores relativamente acomodados, podrían conocerse en alguna medida esta noche, al término de la votación para elegir al nuevo Parlamento de la Repúblíca Islámica de Irán.Tal es el grado de apatía en el electorado que el Gobierno ha tenido que recurrir a la retransmisión por radio y televisión de algunos extractos de los discursos del ayatolá Jomeini en su empeño por movilizar a la ciudadanía. "¡Concurrid a las urnas!", se escucha decir a la voz del difunto líder espiritual y padre del Irán revolucionario. Como en vida del guía espiritual, el tono es imperativo.

Pero el verdadero efecto de la arenga de ultratumba está por verse. La campaña electoral ha sido corta (una semana), difusa, muy controlada y extremadamente limitada. Añádase la casi absoluta ausencia de diferencias entre los principales bloques de candidatos, y el resultado puede ser, al menos a primera vista, algo tan poco excitante como la consagración del nebuloso statu quo.

La gran mayoría de los 2.323 candidatos están alineados en dos fuerzas que compiten por el dominio en el Majlis de 270 escaños. Una es la Asociación del Clero Combativo (ACC), que agrupa a ideólogos conservadores atrincherados en el Parlamento desde hace cuatro años. La otra está formada por los Sirvientes de la Construcción de Irán (SCI), tecnócratas centristas, más jóvenes y partidarios de las políticas económicas liberales del presidente Alí Akbar Hachemi Rafsanyani. La hija mayor del presidente, Faezeh. Hachemi Rafsnyani, de 33 años y militante del SCI, es una de las 187 mujeres que aspiran a un escaño. Su victoria, por supuesto, parece asegurada.

Acuerdo entre rivales

Las dos fuerzas están de acuerdo en casi todo: hay que promover la justicia social y apuntalar al Gobierno en sus esfuerzos por promover el desarrollo económico y eliminar la deuda externa de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares. Y hay un raro caso de armonía entre rivales gracias a la previa selección de candidatos, una tarea a cargo de jueces religiosos con la misión de decidir quién merece o no ser candidato, sobre la base de un examen de adherencia al islam y de férrea lealtad al sistema de gobierno.

Más de 2.000 aspirantes a candidatos fueron eliminados en los prolegómenos de esta campaña. Los principales afectados por este proceso de selección han sido los miembros del proscrito pero tolerado Movimiento Irán Libre (MIL), del ex ministro de exteriores Ebrahim Yazde. Cansado de tantas objeciones, el MIL decidió la semana pasada retirar sus candidatos y boicotear las elecciones. "En esta atmósfera de restricciones es imposible participar en el proceso. Nos han cerrado todas las puertas", dijo la agrupación. De sus argumentos se ha hecho eco la organización defensora de las libertades individuales Human Rights Watch-Middle East, con sede en Nueva York, que hace días denunció una serie de irregularidades y cortapisas legales.

De sugerir que el Gobierno no se siente en lo más mínimo preocupado por el desenlace de las elececciones se encargó ayer el poderosos ministro de Cultura y Orientación Islámica, Mostafa Mirsalím. "Las dos fuerzas principales sacarán más del 80% de los votos", dijo, dejando entender que los numerosísimos independientes tendrán que conformarse con una tajada bastante minúscula.

Desprovistas de toda posibilidad de dramatismo, las elecciones de hoy podrían, sin embargo, ofrecer un atisbo del futuro político iraní. Como es el Majlis el que elige al presidente, de su seno tendrá que salir el nombre del próximo máximo dirigente. Rafsanyani, que está en su segundo mandato, debe dejar el cargo en junio de 1997. Y aunque sobra tiempo para lanzar nombres al tapete, ya se habla de, entre otros, el actual ministro de Exteriores, Alí Akbar Velayati, y de Alí Nateq Nuri, presidente del Majlis.

Inquietud ante la 'amenaza exterior'

"Señoras y señores, el señor ministro responderá solamente a preguntas relacionadas con las actividades de su despacho o las elecciones de mañana". El preámbulo de la conferencia de prensa convocada ayer por el Ministro de Cultura y Orientación Islámica, Mostafa Mirsalim, produjo una clara indicación de que el Gobierno de Irán ha elegido el silencio, aunque no total [véase la información adjunta], frente a las denuncias de vínculos de Teherán con los atentados palestinos en Israel.El ministro, estrecho colaborador del presidente Alí Akbar Hachemi Rafsanyani, habló, pues, de política interna y hasta de cine. Sobre terrorismo y las acusaciones de Israel y Estados Unidos ni una sola palabra.

Mirsalim, por lo tanto, salió más o menos airoso tras su desusado encuentro con periodistas extranjeros porque eludió el riesgo de complicar aún más las cosas con, una declaración que podría ser interpretada como beligerante o comprometedora por los Gobiernos de Estados Unidos, Europa y de los aliados ambos en la región.

Washington está intensificando sus esfuerzos para aislar políticamente a Teherán acusando abiertamente al Gobierno islámico de promover las atrocidades que estremecen a Israel y ponen en peligro el proceso de paz en Oriente Próximo.

La cauta actitud de Irán marca un cambio radical en menos de 24 horas. El furor internacional provocado por los ataques en Israel alcanzó cotas nuevas el martes por la tarde, cuando un comentario de la agencia oficial de noticas Irna describió los cruentos atentados de Jerusalén y Tel Aviv como "un castigo divino" contra el Estado judío.

Según fuentes diplomáticas, el Ministerio de Asuntos exteriores convocó ayer a varios embajadores europeos para expresar la preocupación por el curso que están tomando las cosas, particularmente después de la airada reacción del primer ministro francés, Alain Juppé, cuyas protestas en la Asamblea Nacional el martes han sido calificadas por Irán como "expresiones despectivas hacia la república islámica".

Para el Gobierno iraní, las acusaciones contra Teherán no son sino parte de "una nueva conjura orquestada por las agencias del sionismo". Pero el mismo Gobierno se está distanciando del comentario de la Irna al afirmar que no refleja en absoluto el pensamiento oficial.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_