Arafat dicta el estado de emergencia en Gaza y Cisjordania
Yasir Arafat decretó ayer el estado de emergencia en Gaza y los enclaves autónomos de Cisjordania. En lo que va de semana ha mandado detener a más de un centenar de militantes de Hamás. Palos de ciego. Ni la Autoridad Nacional Palestina ni Israel parecen saber a lo que se enfrentan, o si los autores del atentado de ayer son los mismos que los del domingo o los de la semana pasada. El acrónimo de Hamás se ha convertido en un término demasiado impreciso para calificar una rama política que quiere negociar y una o Varias células de irreductibles que siguen el ejemplo del que fuera su líder, Yeshia Ayash, El Ingeniero.Su asesinato, por los servicios secretos israelíes, Shin Bet, el pasado 5 de enero, en vez de desmantelar la red de hombres bomba parece haber creado un núcleo de fanáticos, que se autodenominan sus discípulos, dispuestos a todo. Poco se sabe de ellos, sino que estarían sobre todo implantados en Cisjordania. La radio israelí aseguró incluso ayer que los kamikazes estaban en territorio israelí desde hace varios días.
Yasir Arafat asegura que la dirección de las últimas operaciones viene del exterior. En una intervención televisiva desde Gaza pidió ayuda a Jordania y a Siria para que desmantelen la red de Hamás que da órdenes a estas células hasta ahora desconocidas.
Desde hace una semana todos los informes son contradictorios. Al comunicado reivindicando el atentado del domingo 25 de febrero, firmado por "los discípulos de Ayash", le siguió una oferta de tregua propuesta por las ramas política y militar de Hamás, el jueves pasado. En ella los fundamentalistas ofrecían cesar los ataques a cambio de la liberación de 1.500 prisioneros y el cese de las persecuciones del Shin Bet.
Peres se negó: "No hablo con terroristas,, mí único interlocutor es la Autoridad Palestina". Fue a ella a la que pidió de nuevo la máxima eficacia en la lucha contra los integristas, "de lo contrario actuaremos en consecuencia", afirmó.
Pero la oferta de tregua parecía confirmar lo que se suponía: una escisión entre pragmáticos y radicales. Un periódico israelí publicó ayer la declaración de uno de los líderes del movimiento islámico, el jeque Abi Mishmac, en las que denunciaba los atentados: "Hamás se opone a la matanza de civiles y deseamos negociar directamente con Israel".
En el comunicado del domingo, el ala militar Ezzedin al Kasam también anunció que éste iba a ser el último ataque para vengar la muerte de El Ingeniero y que ahora empezaba una tregua de tres meses.
"Hay muchos jóvenes dispuestos a ser suicidas en toda CisJordania", reconocía- ayer el jefe del Shin Bet, el almirante Ami AyaIon. Jóvenes a quien les da igual vivir o morir y que mezclan la desesperación de los años de la Intifada con lecciones mal digeridas de fanatismo islámico y revanchismo antisionista. Un perfil que abunda pero difícil de arrestar.
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