El periodismo 'bonzo' y la España profunda
La gran revolución democrática de la derecha española comnzará cuando en sus aquelarres dejen de gritar "Pujol, enano, habla castellano". Puede que esté cercano ese día. Puede, que no. Tendrían que leer de verdad a don Manuel Azaña y no dejarse guiar, como ciegos con lazarillo, por teóricos de lo bonzo. Todos deberían aprender algo del estrés de marzo, pero los bonzos no conocen la humildad.El periodismo bonzo fue una variante radical, simpática y chalada del nuevo periodismo que tuvo su apogeo en la revista Rolling Stone. Cuando los leíamos en la Facultad, y no precisamente como lectura recomendada por el profesorado jurásico, todos los balas perdidas queríamos ser algún día Hunter S. Thompson, y escribir autóctonas versiones de Miedo y asco en Las Vegas o La gran caza del tiburón. Pero ahora me siento un fracasado. Gente pulcra y aseada como Carrascal y Luis María Ansón me han comido el terreno. Y aquí me tienen, en el New York Times, haciendo periodismo serio y pidiéndoles que sienten la cabeza.
Y es que el castizo periodismo bonzo vuelve a las andadas. Hablan de nuevo del voto cautivo en Andalucía. Sólo ha habido dos votos cautivos, y no se sabe dónde. Los de los señores Aldaya y Ortega, secuestrados por ETA. Los jornaleros andaluces votan por intereses, por el interés de su prole, como todo quisque. Me da la impresión de que los votos de la derecha, por no señalar con el dedo que es de mala educación, no fueron a parar precisamente a Manos Unidas, Amnistía Internacional o Médicos sin Fronteras.
Y hablan otra vez, en tono de desprecio, de la España profunda como soporte del PSOE. Los hooligans de Génova que gritaban "Pujol, enano, habla castellano" y esgrimían la bandera como pendón faccioso, deben representar, según esto, a la España moderna y cosmopolita. ¿Qué es la España profunda? ¿La que lleva boina? Que yo sepa, nadie ha metido una boina en la urna. ¿Es más sabio el voto del comandante de encuestas Amando de Miguel que el de mí amigo Jerónimo, tractorista de Benalúp? ¿Es Barcelona la capital de esa llamada España profunda?
Hay quien ha interpretado estas crónicas como una defensa socialista. Allá cada cual con su despiste. Sólo he tratado de es cribir mi particular diccionario del diablo electoral. Desmitificar algunas ficciones es tablecidas como verdades. El señor Solchaga dice ahora que habría que haber hecho más reconversiones. Aquí se reconvirtió casi todo. El naval, el metal, la agricultura, y hasta las fábricas de boinas. Siempre pagaron trabajadores. Supongo que Solchaga se referirá a los economistas y a los encuestadores. Yo me enteré con dos años de antelación de la crisis del petróleo gracias a mi paisano Freíxomil, que lleva boina. Y supe hace una semana lo que iba a pasar el día 3, gracias a Jerónimo, el viejo tractorista. Por cierto, también gasta boina.
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