La Joven Orquesta Andaluza, una revelación

Celebramos en Madrid el Día de Andalucía con brillantez, significación y consistencia. En la Academia de Bellas Artes, el compositor Manuel Castillo (Sevilla, 1930), uno de los cabezas de fila de su generación, recibió de manos de la reina Sofía el premio de la Fundación Guerrero. Actuaron los pianistas Angeles Rentería, sevillana, y Manuel Carra, malagueño, así como el violonchelista vasco Pedro Corostola en dos obras de Castillo: Preludio, diferencias y toccata sobre un tema de Albéniz (1959), y Sonata para chelo y piano (1974).Por la noche, se presentó, en el Auditorio Nacional, la Joven Orquesta de Andalucía dirigida por su titular Juan de Udaeta, con el estreno en Madrid de la Sinfonía número 3, poemas de luz, de Castillo, que se interpretó por vez primera el 5 de mayo de 1994 con un éxito fuera de lo común.La Joven Orquesta Andaluza es todo un descubrimiento. Su amplia plantilla está integrada por instrumentistas de Andalucía en su gran mayoría que han sido bien adiestrados por Udaeta y sus colaboradores, hasta darles rigor y tono profesional como lo demostraron al dominar una obra tan difícil como la Tercera sinfonía de Castillo.De ahí los larguísimos aplausos en unión del compositor y del director.

Tras la serenata En la Alhambra, de Tomás Bretón, de un españolismo superado y autentificado por Albéniz y Falla, se nos sirvió, una vez más, la llamada versión de 1915 de El amor brujo, que no es sino la forma previa del gran ballet que desde 1925 recorren el mundo en triunfo. Devolver a Falla lo que él suprimió y rehizo en el estado definitivo de El amor brujo, me parece injustificable y sólo admisible a guisa de estudio o análisis.