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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El genio del violonchelo

Juventudes Musicales de Madrid.Nuevo lleno absoluto en el Auditorio Nacional para escuchar a Mstislav Rostroprovich con la estupenda Sinfónica de Novosibirsk dirigida por su titular Arnold Katz. Rostroprovich es un inmenso artista del violonchelo, un jalón vivo en la historia del instrumento, pero además es lo que suele llamarse "un artista de casa", un hombre que nos ha acostumbrado a su presencia, su amistad y su gesto cordial. Por eso, ahora, cuando nos dicen que faltará de aquí algunos años, sentimos una cierta tristeza y redoblamos el entusiasmo y el aplauso.Los merecía, por si misma, la magistral versión de ésa bellísima y original partitura que es la Sinfonía-concertante, de Prokofiev, nacida. en 1952 de la mano de Rostropovich en su primitiva forma de concierto y modificada por el autor posteriormente, tal como la conocemos hoy y escuchamos, creo que por vez primera, a André Navarra en 1965 con Claudio Abbado y la Orquesta Nacional. En 1973 la tocó Pedro Corostola en los conciertos de la RTVE. Quiero apuntar con tales datos que se trata de una obra poco frecuentada entre las de su autor a pesar de la riqueza de su invención, tanto en el aspecto rítmico como en el melódico. El gran Rostropovich hizo una recreación admirable, imaginativa y aleccionadora por la suma de rigor y fantasía, y el maestro Katz, con su orquesta, colaboró en un diálogo identificado y a través de una cohesión y un cuerpo sonoro lírico, denso, flexible y transparente, todo ello a la vez.

Orquesla Sinfónica de Novosibirsk

Director: A. Katz; solista: M. Rostropovich. Obras de Prokofiev y R. Korsakov. Auditorio Nacional. Madrid, 20 de febrero.

En la. segunda parte volvímos a escuchar Scherezade, la un día renovadora suite de Rimski Korsakov que hoy, no obstante sus bellezas, resulta un tanto formalista. Katz nos propuso una versión fiel a la letra y al espíritu y plena de naturalidad; expresiva pero sin la menor retórica, narrativa, porque eso está en la raíz de estos pentágramas, mas sin perder la objetividad musical de la página, cualquiera que fuese el punto de partida y, en fin, penetrante como lo es toda claridad.

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