De picotas
En relación con las informaciones publicadas en EL PAÍS de Madrid (24 de enero y 8 de febrero) sobre el traslado de la picota de El Berrueco, como estudioso de este tipo de monumentos civiles me gustaría hacer algunas precisiones.En realidad lo que hoy se conoce como picota en El Berrueco no es sino el rollo jurisdiccional, una columna de piedra sobre unas gradas erigida por el concejo de adquirir la carta de villazgo. La picota, ya documentada en las partidas de Alfonso X era un instrumento, generalmente de madera, en el que se ajusticiaba, torturaba o exponía a la vergüenza pública al delincuente. La confusión entre uno y otro viene de que, a partir del siglo XVII, en algunos lugares muy concretos el rollo comenzó a usarse como picota. Así surgió toda una leyenda negra, fruto de la cual es la orden de las cortes de Cádiz de 1813 ordenando el derribo de estos monumentos, al considerarlos erróneamente como signos de vasallaje. Este desconocimiento sobre su auténtico significado fue la causa de que durante la guerra civil se derribasen los ejemplares de Pezuela de las Torres y de Villa del Prado.
De este modo, el rollo de El Berrueco nunca podría ser del año 1.000, ni aún medieval. Se erigió, bien coincidiendo con la concesión del derecho de Villa en 1575, bien algún tiempo después. Luego su datación correcta no puede adelantarse a la segunda mitad del siglo XVI.
Sin ánimo de entrar en polémica, sólo desear que la voluntad de los berroqueños, sea cual sea el resultado del plebiscito, asegure la conservación de este monumento, casi único, en toda la región y del que pueden sentirse orgullosos, pues simboliza su condición de villa independiente con jurisdicción propia.-
M. Vicente Sánchez Moltó.
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