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Tribuna
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'Pulp-camp'

Manuel Rivas

Bang,bang,bang.El guión de la campaña es de thriller. En el País Vasco la gente suele referirse a ETA con el pronombre vírico de eso. Pues bien, eso, y no los medios, es el cuarto poder, el que marca la agenda-setting, el encuadre de prioridades. En Pulp-fiction, Jody (Rosanna Arquette), ojea un libro. "Te lo prestaré. Es un buen libro sobre cómo perforar el cuerpo". Eso ha conseguido que todo el cuerpo electoral debata sobre su programa de perforaciones. Dios mío, qué éxito, qué éxito más grande.

Ya mucho antes de que eso diera el pistoletazo de salida, a Felipe se le había endurecido la mirada. Se le ha puesto cara de leviatán herido. Es Moby Dick.

González no parece competir con otros, sino con un todo difuso, desagradecido, inconsciente. Sabe que va a por él, con la pata de palo desde el 9 3, pero no le concede a Aznar la categoría de Capitán Acab, con sus arpones prestados. Aznar está en estado de gracia, porque él cayó en estado de desgracia. San Benito de Lerez observa distante y algo displicente cómo los incautos y desleales romeros encomiendan la curación de las verrugas a san Benito de Paredes. "Todos sabéis que yo soy mejor, ¿por qué vais a ese milagrero?".

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El capitán Acab no tiene que preocuparse por el rumbo ni mucho menos debatirlo en público con esa ballena de coletazos sorprendentes. El capitán Acab no tiene que moverse, siguiendo las instrucciones de Edmund Burke, el gran pionero de la política posmoderna. "¿Usted me pregunta si yo dirijo o sigo a la opinión pública? La verdad es que me encuentro con ella en el camino". Por cierto, fue Burke, un irlandés que reformó la política británica, el que definió a España como "una gran ballena encallada en las orillas de Europa".

En la agenda-setting de Acab figuran, fundamentalmente, los arponazos que lleva clavados Moby, algunos tan profundos que afectan a las vísceras, como la corrupción y los GAL. Luego, dos onzas de oro para la marinería. Una milí más corta y algo pagada y una presunta bajada impositiva. Y, por fin, mucho espíritu en cubierta.

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¡Alegres, pues, muchachos animosos, que el arponero hiere a la ballena!

La agenda-setting que hubiera querido introducir Moby Dick es la del Estado de bienestar, en supuesto peligro por los arpo nes ocultos en el Pequoz, el barco popular. Al leviatán herido le hubiera gustado llevar la campaña a la balanza. A las prestaciones sociales, a la sanidad, a la educación. Y, tal como le enseñó el arpón Boyer, de lo macro a lo micro. Que el cuerpo electoral, ese todo difuso y confuso, admita de una vez que en España había en 1995: 1.445.322 estudiantes universitarios, 402 receptores de televisión por cada 1.000 habitantes y 78 años de esperanza de vida para las ballenas alegres.

Pero la agenda-setting está de luto.

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