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Fini lleva al borde de la ruptura las negociaciones de Gobierno en Italia

La intransigencia del líder derechista Gianfranco Fini, que bombardea de pretextos cualquier borrador de compromiso alcanzado por Massimo D'Alema y Silvio Berlusconi, los dirigentes de los otros dos grandes partidos italianos, impidió ayer que Antonio Maccanico, el, primer ministro designado por el presidente de la República, anunciara la composición de su Gobierno, como tenía previsto. Las negociaciones para formar el Gabinete estaban anoche al borde de la ruptura. Pero las conversaciones prosiguen. En pocas horas habrá acuerdo o se convocarán elecciones. Sea cual sea el desenlace, la forma de tragicomedia banal que está envolviendo estas negociaciones no ha hecho, sino aumentar la desconfianza muy extendida ante el acuerdo de reforma de la Constitución en que se basa el intento de formar Gobierno,, y el consiguiente desgaste a que se ven expuestos la mayoría de los políticos italianos.La desconfianza se explica porque los partidos del centro derecha habían prometido guerra, y no paz con la izquierda. Hace todavía semanas, Silvio Berlusconi propugnaba una campaña electoral centrada en las alternativas de reforma de la Constitución y la introducción de las reformas institucionales propugnadas por el bloque que resultara vencedor en las urnas.

1 La repentina reconversión de Berlusconi -a la política del pacto es ahora síntoma de un miedo a las elecciones difundido en los dos bloques, pero especialmente notorio en el caso del líder de Forza Italia. Por lo demás, Berlusconi saldría mucho mejor parado de la conclusión de este acuerdo, del que es gran protagonista, que el líder del Partido, Democrático de la Izquierda (PDS), Massimo D'Alema, atacado desde todos los frentes por haber pactado con la derecha. Además de Refundación Comunista, tampoco la comparte Romano Prodi, el líder del centro izquierda, ni los Verdes, ni el Partido Popular Italiano (PPI), que es contrario al presidencialismo de tipo francés en que se basaría la reforma.

Pero las potencialidades demoledoras del compromiso, que dejará el Gobierno durante dos años en manos de técnicos y alejado de los partidos, son más demoledoras que estas primeras consecuencias. La política italiana se hace cotidianamente en televisión. Los políticos son las estrellas de los debates programados a diario en las horas de máxima audiencia.

El tema de la reforma constitucional resulta abstruso para esos juegos de poder y lejano de las preocupaciones de la gente, sobre todo si se maneja con la misma profundidad y soltura que podría demostrar un estudiante de Í enseñanza media.

Ha sido, por ejemplo, más bien cómico ver cómo Fin¡, empeñado en dificultar las negociaciones para resaltar los problemas de D'Alema con sus aliados y competir en protagonismo con Berlusconi, ha pasado en pocas horas de exigir la elección directa de¡ primer ministro a imponer el semipresidencialismo de tipo francés. Los constitucionalistas se hacen cruces, y el cómico Roberto Benigni sugiere que da lo mismo hablar de semipresidencialismo francés con elecciones a doble vuelta que de semiturno electoral a la ' francesa con doble presidencialismo.

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