Amor a la gasolina
El Mundo nos ofrecía ayer una muestra más de su capacidad de manipulación cuando trataba. de confundir a la opinión pública y de desprestigiarnos como competidores. La noticia reina -en espacio e importancia- de su primera página no era ni las declaraciones de Barrionuevo, ni la firma del pacto social, ni el escándalo desatado en tomo a la comisión parlamentaria sobrelos GAL, ni la investigación oficial sobre el juez Moreiras, ni la inestable situación política en Colombia, ni la visita del presidente de México, ni nada de eso: la noticia más interesante para El Mundo -para su director, no para sus lectores-, publicada a cuatro columnas y con una gran fotografía, era ésta: "Equipos suministrados por Polanco con créditos FAD se pudren en Uruguay sin desembalar. Eductrade recibió cientos de millones del Gobierno español por un material que nadie pidió". Naturalmente, si ese reportaje fuera verdad, un periódico serio y de referencia lo hubiera publicado con todas sus consecuencias, pero es improbable que recibiera tales honores en la primera página. La única justificación de la desorbitada importancia que El Mundo dio a la noticia es precisamente que era mentira, y, como tal, no tenía el objetivo de informar, sino el de difamar al presidente de EL PAÍS, sobre el que viene volcando una serie de improperios y calumnias difícilmente imaginable. La meta final: crear dudas acerca de la independencia profesional, la honestidad informativa y, en definitiva, la credibilidad de EL PAíS, que no sería -según la versión de estos portavoces de la calumnia- sino una plataforma para los negocios y el enriquecimiento de su primer accionista. Probablemente, porque piensa el director de El Mundo que en esta casa se permitiría poner el periódico al servicio, de los intereses particulares, tal y como él ha hecho en su diario.Eductrade es una empresa integrada en el grupo Timón, que Jesús de Polanco preside, pero ni Polanco ha suministrado equipos ni ha ejercido nunca ninguna capacidad de gestión en Eductrade, ni ésta ha recibido cientos de millones del Gobierno español, ni nunca ha servido a nadie material que no se le haya pedido, ni ha llevado a cabo una "trama de negocios irregulares", como calumniosamente afirma El Mundo, ni "la compañía de Polanco vendió equipos defectuosos u obsoletos por encima del precio de mercado", como maliciosamente añade en un editorial. El director de EL PAÍS ha encargado una investigación minuciosa sobre las actividades de Eductrade y de Focoex -empresa pública dedicada al comercio exterior-, y desde estas páginas asumimos el compromiso formal de hacer públicas esas teóricas irregularidades que El Mundo denuncia, sí hubieran existido, o cualquier otra que apareciere, e invitamos a la prensa independiente de este país a sumarse a la investigación. En el entretanto conviene señalar que a lo que nos enfrentamos, una vez más, es a una gigantesca máquina de difamar y de confundir, animada no por el altruista motivo de establecer la verdad, sino por la impotencia manifiesta para batir a nuestro diario en circulación e influencia mediante las artes legítimas de la competencia y el esfuerzo profesional. Jesús Polanco, presidente del diario EL PAÍS, ha anunciado acciones legales en defensa de su imagen y de la dignidad de cuantos trabajamos en esta casa y en las empresas que él encabeza. Pero el amparo de los tribuna les no basta, y no sería bueno para la convivencia so cial que un diario montado sobre la manipulación y la mentira no se viera denunciado ante la opinión pública por el simple hecho de que se ha apuntado algunos éxitos profesionales -fruto en muchos casos de las filtraciones de Mario Conde y del pago de entrevistas a delincuentes convictos-, al tiempo que se apropiaba también, descaradamente, de los ajenos.
Nuestro silencio habitual ante estos ataques no debe confundirse con el de los corderos. Si la empresa y la dirección de El Mundo consideran que la buena vía para abrirse paso en el mercado es la calumnia, y si verdaderamente quieren hacer creer que ellos, y sólo ellos, definen la norma de la honestidad, vamos a reírnos mucho. Cuando hemos denunciado las malas artes imperantes en un sector del periodismo español dedicado al chantaje, la extorsión, la mentira y la falsedad, se nos han pedido nombres y que no generalicemos. Pues bien, ahí va el primero: El Mundo es un ejemplo admirable de periodismo amarillo y extorsionador. Y su incendiario director tiene más amor a la gasolina que a la verdad.
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