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Tribuna:AULA LIBRE
Tribuna
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El profesorado de secundaria

El decreto que regula el "título profesional de especialización didáctica" del profesorado de secundaria propone un curso no inferior a 600 horas ni superior a 750, a realizar como mínimo en un ano académico universitario y cuya responsabilidad, en aplicación de la LOGSE, ya no recae directamente en las universidades, sino en las administraciones autonómicas, que podrán establecer procedimientos de colaboración con las universidades que elijan.Quizá debería de aprovecharse la oportunidad para realizar una profunda modificación del denostado Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) que ha ocasionado más odios a la psicopedagogía que incondicionales y evidenciado en sus más de veinte años de existencia multitud de problemas ya sea por falta de presupuestos, por masificación de las aulas, por ser un mero trámite o porque los profesores a quienes se les encomendaba estaban mal pagados y nadie quería dedicarse a este pequeño curso.

Aunque en la duración se ha mejorado la situación anterior, no se ataca el problema de fondo sino que se establece un periodo más largo de formación con la incongruencia de que un licenciado que desee dedicarse a la docencia en secundaria tendrá que realizar como mínimo un curso más que sus compañeros de licenciatura para acceder a una profesión que acostumbra a tener menor remuneración y, en muchas zonas, una mayor conflictividad social.

Se ha optado por una formación del profesorado de secundaria predominantemente de "contenidos científicos", o sea, de licenciados en un área del conocimiento que posteriormente realizan una formación en conocimiento psicopedagógico. Se parte del equivocado supuesto de que saber es poder hacer y con el saber se supone que los profesores ya están en condiciones para enseñarlo. Se opta por una formación "complementaria". El profesor de secundaria se siente, a partir de ese momento, no un profesor de una materia sino un licenciado que enseña, predominando su pensamiento espontáneo de que debe enseñar como le enseñaron a él. Por eso recordamos de nuestra secundaria a pocos "profesores" y sí a muchos "sabios". Ése continúa siendo el modelo a pesar de las críticas recibidas. Si no establecemos nuevos criterios, si no aplicamos imaginación, es posible que las futuras generaciones continúen recordando lo mismo después de tantos cambios.

Si es cierto que el profesorado de secundaria debe tener un gran conocimiento de los "contenidos" de su área de especialización, también lo es que revisten la misma importancia los conocimientos psico-socio-pedagógicos, que serán los más difíciles de superar en su vida profesional.

Se ha de comprobar en el futuro si las administraciones educativas y las universidades son capaces de que la nueva formación pivote sobre el eje de la relación teoría-práctica y la práctica-teórica-educativa. La alternancia de los módulos teóricos y prácticos permite un mayor conocimiento de la enseñanza secundaria y la capacidad de trabajar en proyectos de intervención educativa (diseño, experimentación y evaluación ... ) todo ello en un trabajo conjunto entre profesores universitarios y de secundaria.

Existe el riesgo de reproducir un CAP más largo si no somos capaces de realizar una reflexión y debate sobre la formación del profesorado de secundaria, revisando la estructura actual, superando corporativismos universitarios y replanteando profundamente los sistemas de formación.

Francisco Imbernón es director de la revista Guix y del departamento de Didáctica y Organización de la Universidad de Barcelona.

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