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LA PACIFICACIÓN DE LOS BALCANES

Los 'vencedores' se van de Sarajevo

Los serbios se llevan en su éxodo hasta los féretros de sus familiares

ENVIADO ESPECIAL "La amnistía es para los que han perdido la guerra y nosotros somos los vencedores. No necesitamos ninguna amnistía", truena Mirjana BorisavIjevic, 49 años, serbia y vecina de Ilidza. Sus palabras suenan a amarga ironía. Miriana, la "vencedora serbia", tiene las maletas preparadas para marcharse antes de que los barrios serbios de Sarajevo pasen a estar administrados por las autoridades de la Federación bosnio-croata. Sus vecinos están en idéntica situación. Otros ya han empezado a llevarse sus pertenencias. En los accesos de Ilidza, Grbavica, Vogosca, Bijas y Hadzici hay colas de camiones y furgonetas cargados de muebles y enseres personales, incluidos los féretros de los familiares desenterrados. No se fían de "los musulmanes", no quieren vivir con "los musulmanes" y para ello no tiene ningún valor que el Parlamento bosnio acabe de aprobar una ley de amnistía para todos aquellos que no han cometido crímenes de guerra, como medida de buena voluntado y de aliento para que los serbios de estos barrios no se vayan. Nada ni nadie parece capaz de impedir otro inminente éxodo masivo en Bosnia-Herzegovina.

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Mirjana muestra hasta el último rincón de su apartamento en Ilidza y señala los muebles, los electrodomésticos, los cuadros, las puertas, las ventanas... "Llevamos 20 años en esta casa. Todo lo que hay aquí es nuestro. Este interruptor es nuestro". La vajilla, la cristalería, los libros de los hijos están ya en cajas. "Hemos sobrevivido a la guerra, a los bombardeos. Los musulmanes no tomaron un palmo de esta tierra y ahora tenemos que irnos". Milan, el marido, 46 años, es ingeniero de telecomunicaciones. Trabajaba en Sarajevo antes de la guerra. Tienen dos hijos, VIadimir, 21 años, estudia en Belgrado, y Jelená, 16 años, en Ilidza.

"Dayton fue una decepción terrible para nosotros. Milosevic nos vendió. No sé, quizá los americanos le amenazaron con bombardear Serbia", dice Milan. "No queremos vivir con Izetbegovic, con los musulmanes", corta Mirjana, "Estamos limpias, no tenemos nada que temer. Pero ¿es justo que yo me quede porque no he hecho nada, y mi vecino que ha estado cuatro años en las trincheras para defenderme tenga que marcharse?".

Milan tiene dos hermanas que viven en Sarajevo. Nunca ha hablado con ellas desde el comienzo de la guerra. A través de un primo en Italia tiene noticias de una de ellas, Ceca. "Estoy bien, hoy tengo agua, ayer no. Ésta es toda nuestra comunicación. No creo que le importe mucho que nos marchemos". Como arrepintiéndose de lo que acaba de decir, Milan sugiere instantes después que vaya a ver a Ceca en Sarajevo y la lleve a Ilidza "ahora que, según Ifor [fuerza de paz de Ia OTAN], hay libertad de movimientos". Ceca es profesora. Su apartamento está a escasos metros de lo que era la línea del frente, en una de las zonas más peligrosas de Sarajevo. Allí ha pasado, sola, toda la guerra. Está dispuesta a ir a Ilidza, pero cuando se entera que todavía hay controles a la entrada y salida, de Sarajevo, desconfía.

Jelena, la menor de la familia, quisiera quedarse, pero enseguida repite la conocida frase: "No quiero vivir con los musulmanes", y agrega: "Nunca más confiaré en ellos. Mi íntima amiga, Edina iba a la mezquita y siempre me lo ocultó. Me enteré al final. Ahora está en Sarajevo. No he vuelto a ver un musulmán en tres años y medio". Petra, de 63 años, vive en el mismo edificio que los BorisavIjevic y también está haciendo las maletas. Tiene un hijo en Serbia y otro en Ilidza que estuvo, en la policía.

Biljana, madre de dos hijos de 15 y 17 años, está decidida a irse. Su marido estaba en el ejército serbio. Antes de la guerra vivían en Dobrinja, de donde se marcharon porque recibían "amenazas de la policía musulmana" ¿Qué vida les espera a mis hijos si me quedo? Quiero ir a un lugar sin musulmanes, donde mis hijos puedan vivir normalmente y no tengan que escapar".

La mayoría de los habitantes de los barrios serbios de Sarajevo hablan de la falta de garantías cuando pasen a la Administración bosnia. Pero ¿qué garantías? "Tener nuestras autoridades, nuestra escuela", replica Biljana. El presidente bosnio, Alia Izetbegovic, ha dicho que sólo tienen que temer cuando entre la policía bosnia, a partir del 20 de marzo, los criminales de guerra. Su ministro de Exteriores, Mohamed Sacirbey, lo ha explicado más claramente: "La amnistía a todos los serbios que no son culpables de crímenes de guerra es nuestro mensaje político para los que deseen quedarse. Todos serán bienvenidos a vivir en una sociedad multicultural. El problema es que este modelo implica una perspectiva ideológica, y la gente de Karadzic sólo está sembrando el miedo entre sus conciudadanos para que se vayan y quemen las casas".

En los cinco barrios ocupados por los serbios vivían unas 180.000 antes de la guerra. Sólo en Ilijas, los serbios eran ligera mayoría. La población actual no supera los 40.000 habitantes. Los musulmanes y croatas fueron expulsados y llegaron refugiados serbios de otras zonas de Bosnia.

En el cementerio de VIakovo, en Ilidza, hay civiles que desentierran a sus familiares para llevárselos en unos féretros metálicos. Son escenas macabras. Pero la paranoia entre muchos serbios de estos barrios de Sarajevo no tiene límites. Nedielko asegura que si tuviera dinero desenterraría el cadáver de su hermano y lo llevaría: "Los serbios se llevan a los muertos porque temen que nunca más podrán ir al cementerio. Nosotros acostumbramos visitar a nuestros muertos. Los musulmanes no".

"Que se vayan y se lleven sus muertos si quieren. A Pale, a Banja Luka, a Serbia... me importa un comino. Pero nuestro Ejército y nuestra policía no esperará a que se hayan largado los criminales de guerra. Irá a por ellos. Sabe perfectamente quién es quién. Quiénes son los francotiradores que mataron a hombres, mujeres y niños inocentes de nuestra ciudad", advierte convencido Alden en Sarajevo.

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