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Yeltsin nombra al jefe del espionaje ruso nuevo ministro de Exteriores

El presidente ruso, Borís Yeltsin, nombró ayer nuevo ministro de Asuntos Exteriores a Yevgrueni Primakov, espía número uno del Kremlin. El nombramiento de Primakov confirma los pronósticos de que Rusia endurecerá su política exterior con Occidente y pondrá más atención en Oriente, especialmente en China y en aliados de la época soviética, como los países árabes. Primakov es experto en el mundo islámico.

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Primakov es claramente un halcón, producto político de otros tiempos, de la época de la dictadura bolchevique, durante la cual llegó a ser miembro suplente del Politburó del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), órgano máximo de poder en la URSS. Después, nunca renegó públicamente de sus antiguos ideales: no se declaró, como otros, partidario de las reformas económicas liberales ni de la libertad de expresión sin límites, es decir, nunca quiso pasar por un defensor de la democracia. Su permanencia en la cúpula dirigente no se debe a una afinidad ideológica con los dirigentes del Kremlin, sino a la necesidad que éstos tenían de nombrar a un profesional al frente del servicio de espionaje.Durante la época de Leonid Bréznev, Primakov fue uno de los principales expertos que asesoraron a los dirigentes soviéticos en su política exterior en Oriente. En esos años, Primakov fue, primero, vicedirector del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales (IEMRI) y, después, encabezó el Instituto de Orientalismo de la Academia de Ciencias de la URSS. En 1985 volvió, ya en calidad de jefe, al IEMRI.

El último año de los 80 fue especialmente fructífero para Primakov: ingresa en el club del Kremlin al ser nombrado miembro suplente del Politburó del PCUS y es elegido presidente de una de las cámaras del Parlamento soviético. Como responsable de los problemas de política exterior en el Consejo Presidencial de Mijaíl Gorbachov, viajó a Irak en diciembre de 1990 y enero de 1991 en un vano intento por evitar el estallido de la guerra del Golfo.

Primakov fue miembro del Consejo de Seguridad de la URSS y, después de fracasado el intento de golpe de Estado contra Gorbachov, cuando se disolvió el temido KGB, pasó a dirigir el servico de espionaje del Kremlin, puesto que conservó cuando la URSS dejó de existir.

Sólo cuatro días estuvo vacante el puesto de jefe de la diplomacia rusa, que desde 1990 ocupaba Andréi Kózirev. Éste era el único superviviente del primer Gabinete demócrata ruso. En diciembre, Kózirev ganó un escaño en la nueva Duma Estatal y dimitió el viernes pasado para poder concentrarse en la labor parlamentaria. La política prooccidental de Kózirev era criticada ya no sólo por la oposición nacionalista y de izquierda, sino también por algunos grupos reformistas como Yábloko, y estaba claro que Yeltsin tendría que sacrificarle en la campaña a las elecciones presidenciales de junio.

Aplausos del rival

Uno de los candidatos a reemplazar a Kózirev, Vladímir Lukín -ex embajador en Estados Unidos y número dos de Yábloko- aplaudió el nombramiento de Primakov. "Creo que es una buena elección. Primakov tiene gran experiencia en los asuntos de política exterior y es una persona muy equilibrada", declaró Lukín.Con Primakov indudablemente comienza una nueva etapa en la política exterior rusa. Ya en los informes que anualmente hacía públicos el servicio de espionaje encabezado por Primakov se recomendaba adoptar una posición más dura ante Occidente, y no cabe duda de que llevará a la práctica sus propios consejos.

Muchos analistas consideran improbable una vuelta a la política de enfrentamiento entre Moscú y Occidente, pero está claro que Primakov, aplicará, por lo menos, una política exterior más equilibrada que su antecesor. Hay unanimidad en considerar que la nueva diplomacia rusa pondrá mayor énfasis en sus relaciones con China y los países árabes, que se esforzará por impulsar la integración con los países de la Comunidad de Estados. Independientes y por defender a los rusohablantes en las repúblicas de la antigua URSS, y que adoptará una posición intransigente ante la posible expansión de la OTAN al Este.

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