"Hay fuerzas retrógradas que obstaculizan el proceso de paz"
"Como en Israel, aquí existen fuerzas retrógradas que están obstaculizando el proceso de paz. Eso es muy peligroso"._A punto de dejar el cargo, el presidente de Guatemala, Ramiro de León Carpio, frunce el ceño cuando hace recuento de las piedras en el camino de la negociación que el Gobierno mantiene con la guerrilla de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) para acabar con el conflicto armado más antiguo del continente: 35 años, 100.000 muertos y más de 40.000 desaparecidos.De León se queda con el sabor amargo de la tarea inconclusa. La firma de la paz se convirtió en la prioridad absoluta de este abogado de 53 años, ex procurador de Derechos Humanos, llevado a la presidencia por decisión del Congreso en junio de 1993, después de que su antecesor, Jorge Serrano Elías, intentara un autogolpe de Estado, similar al de Fujimori en Perú, cuyo fracaso lo puso de patitas en Panamá.
Y a pesar de que bajo su mandato las conversaciones con la guerrilla, iniciadas tímidamente en 1989, han llegado "a la recta final", la firma del acuerdo definitivo quedará para su sucesor, que saldrá de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, prevista para el domingo.
"En los últimos tiempos ha habido una falta de voluntad política de la guerrilla, cuya estrategia era esperar a ver que pasaba en las elecciones. Eso sería razonable si no hubiera vidas humanas de por medio. Pero la subversión no ha querido firmar con este Gobierno, A nosotros nos hubiera gustado llegar por lo menos a la parte operativa, que es el cese del fuego y la desmovilización", comenta el presidente.
En la URNG, dice, hay una línea dura que dicta su política. Pero también en la sociedad guatemalteca hay "grupos radicales" que no han tomado conciencia de la necesidad de la paz: "Podemos hablar quizá de unos pocos oficiales retirados, que tenían otra mentalidad, lejana de los actuales mandos y, sobre todo, de grupos del poder económico muy retrógrados. A diferencia de El Salvador, aquí el número de muertos es terrible, pero no afecta directamente a los principales sectores económicos... Sus negocios siguen. Los muertos los están poniendo allá, en el [departamento del] Quiché... "
Cerrar las heridas
Con todo, el problema esencial que afronta el país, según Ramiro de León, es el de cerrar las heridas del conflicto. "La reconciliación en la posguerra va a ser muy difícil, después de 35 años de desgarramiento y odio entre unos grupos y otros, entre los que se fueron y los que se quedaron".Ahí está la matanza, el pasado 5 de octubre, de 11 indígenas repatriados en la finca Xamán, al norte del país, a manos de una patrulla militar. "Xamán es quizá el golpe más duro que he recibido", dice. El Gobierno asumió, por primera vez en la historia de Guatemala, la responsabilidad institucional. Pero eso no es suficiente. "Es indispensable que finalice el enfrentamiento militar para evitar esos hechos, que se pueden dar en cualquier momento, no sólo con soldados, sino entre las mismas poblaciones".
De León recuerda cómo Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, pidió la pena de muerte para los que actuaron en Xamán. "Yo la respeto muchísimo, pero ha habido momentos en que su discurso no ha sido reconciliador. Aquí dice una cosa, pero cuando está en Europa tiene otro mensaje".
Con la firma de la paz terminará, insiste, el principal foco de violaciones de los derechos humanos de uno y otro lado, y se podrá afrontar el otro problema: "La violación de los derechos económicos y socioculturales; muere más gente por falta de alimentos, de salud o de vivienda que por la guerra".
Un 80% de la población guatemalteca vive en la pobreza. La violencia política está cediendo el paso a una delincuencia galopante, que tiene su brote más palpable en el incremento del narcotráfico, los secuestros (una media de nueve al día) y en los asaltos. La semilla del descontento social está sembrada y alimentada por la impunidad. "Ese es un problema estructural. Es de todos los organismos del Estado, por ineficiencia, por falta de recursos, por corrupción... y no se va a resolver de la noche a la mañana", asegura resignado.
La impunidad, según denuncia la ONU, afecta especialmente al estamento militar. Una de las críticas más reiteradas contra Ramiro de León es que no haya depurado del Ejército a las promociones más vinculadas al pasado reciente. "Le soy muy franco. No era ése mi plan. Eso es parte de proceso que deberá darse y que se está dando. He destituido a tres ministros de Defensa y a dos jefes de Estado Mayor, paso que nunca se había dado en Guatemala; he desmovilizado a 25.000 comisionados militares y he sentado las bases de un organismo de inteligencia civil. En el Ejército hay ahora una mentalidad diferente, se está preparando para la vida democrática".
"Llegué a la presidencia con el mandato de estabilizar el país institucional y políticamente. Lo hemos logrado y hemos colocado piezas que han dado solidez al sistema democrático. He hecho lo que he podido en dos años y cuatro meses de transición. Aún falta caminar, pero creo que el nuevo Gobierno se va a enfrentar con un escenario distinto, más sólido".
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