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280.000 funcionarios esperan un acuerdo entre Clinton y el Congreso

El presidente norteamericano, Bill Clinton, y los dirigentes republicanos del Congreso han abierto 1996 de la misma forma que cerraron 1995: intentando llegar a un acuerdo sobre el presupuesto para resolver el cierre parcial de la Administración, un cierre que se mantiene desde hace 19 días y que afecta a 280.000 funcionarios. El pulso político, estimulado por la cercanía del proceso electoral, ha tenido al Congreso en sesión durante las navidades, algo que no había ocurrido en los últimos 15 años.

Soportando una creciente irritación popular por su incapacidad para ponerse de acuerdo, republicanos y demócratas reanudaron ayer muy temprano las reuniones para trabajar en las diferentes posibilidades, confiando en que las discusiones hubieran avanzado lo suficiente como para obtener algún resultado al final de la jornada.Clinton, que tenía previsto reunirse con sus asesores económicos y con los jefes de filas demócratas de las Cámaras, citó para primeras horas de la noche al líder de la mayoría republicana en el Senado, Bob Dole, y al presidente de la Cámara de Representantes, el también republicano Newt Gingrich.

A pesar de las horas dedicadas a la discusión en los últimos días del año que acaba de terminar, diversas fuentes coincidían ayer en señalar que los avances habían sido escasos. Para resolver el primer cierre de la. Administración, el pasado noviembre, el presidente se comprometió a aceptar un presupuesto equilibrado para el año 2002, uno de los objetivos del programa legislativo republicano, pero sin que eso. se tradujera en los radicales recortes en salud, educación y medio ambiente que figuran en ese programa.

Los republicanos, después de haber conseguido que la Casa Blanca aceptara el calendario, creyeron que podrían imponer los recortes. Pero diversos sondeos recompensaron la resistencia de Clinton y dieron a entender que la opinión pública culpa al Partido Republicano del callejón sin salida y no simpatiza con el carácter drástico de los recortes en el gasto público ni con el alcance de las medidas fiscales.

La gran tentación

En este pulso, y con la popularidad presidencial en niveles muy elevados, la gran tentación para algunos asesores de Bill Clinton es prolongar la situaCión hasta, el próximo noviembre y convertir las. elecciones presidenciales en un auténtico plebiscito.Según The Washington Post, el presidente sería partidario de llegar a un acuerdo ahora, igual que- la directora de la Oficina del Presupuesto, Alice RivIin, y su asesor político, Dick Morris, que cree que el pacto reforzaría la imagen de un Clinton de gobernar y de unir los bandos y evitaría que los republicanos cayeran en el extremismo que predican algunos de sus dirigentes.

En el extremo opuesto, personas cercanas a Clinton, como el vicepresidente Al Gore o asesores políticos y electorales como George Stephanopoulos y James Carville, creen que "cualquier acuerdo con los republicanos sería un paso adelante del presidente en el programa de los adversarios e implicaría borrar su nueva imagen de hombre de convicciones".

No solamente los demócratas están divididos por la tentación de aprovechar electoral mente la discusión. También los republicanos carecen de una postura única. En su caso, Dole tiene una posición más favorable al compromiso, porque sus aspiraciones presidenciales pueden quedar muy dañadas. Pero Gingrich, respaldado por un grupo de congresistas recién elegidos e inspirador del programa republicano, no tiene nada que perder con el enfrentamiento. Al contrario, si su objetivo es llegar a la Casa Blanca en el año 2000, el camino sería más sencillo con Clinton como presidente que con Dole.

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