Casa grande
Resulta reconfortante en la era de la publicidad y venta de imagen, encontrar un grupo de artistas que sea capaz de sorprendernos y hasta de entusiasmamos gracias a su trabajo callado, y tenaz. Más conocidos en el extranjero que en su propia tierra, los Losada forman una extensa familia madrileña dedicada por entero al flamenco, desde el responsable, Tito, al benjamín, Pino, hijo del anterior. Y éstos, junto al resto de los componentes del clan, brindaron una noche excelente que mereció una asistencia de público más generosa.Fue un espectáculo casi perfecto tanto en esquema como en desarrollo, una exhibición sin efectismo de lo que debe ser un montaje moderno y actualizado que no se salga ni una pulgada de la música estrictamente flamenca. En la primera parte, los tres nombres cimentadores de esta gran casa mostraron con seriedad un tratamiento en concierto de palos fundamentales como la soleá, las alegrías, las bulerías o el taranto. Pero el espíritu de rigor no excluía elementos evolucionados en las ideas y en la instrumentación.
Navidad flamenca en casa de Losadas
Guitarras: Tito, Diego, Vaky e Iván Losada; percusión: José y Pino Losada; bajo eléctrico: José Losada; cante: La Chonchi, Angel Gabarre y Guadiana; baile: Belén Fernández y Miguel El Toleo; artistas invitados: Ramón El Portugués, Vicente Soto y Niño de la Tolea. Teatro de Madrid. Días 21, 22 y 23 de diciembre.
José Losada, El Vaqui, se consolida como un intérprete versátil que pasa de la guitarra y bajo al laúd y la percusión con parecida destreza. Diego ha reafirmado y pulido su toque, alcanzando un estilo innovador y personal. La presencia de Tito es aparentemente modesta, aunque su mano oculta se ocupa del más mínimo detalle. Los anteriores, se pusieron después al frente del amplio cuadro de acompañantes, y con eficacia y sin protagonismo provocaron momentos de altura en todas sus intervenciones. La menuda figura de Belén Fernández se volvió nuevamente gigante por soleares, también el baile del joven Miguel El Toleo, procedente de Barcelona, encontró su sitio en este teatro de Madrid. Las voces de los cantaores: potente la de Gabarre, dulce la de Guadiana y tostada con canela de La Chonchi, contrastaron con los ecos desgarrados, ambos a su modo, de Ramón el Portugués y El Sordera, hijo.
Babelia
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