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Entrevista:Carlos WestendorpMinistro de Asuntos Exteriores

"Debemos estar en la moneda única para jugar en primera división"

, Anda un poco despistado en su despacho del palacio de Santa Cruz. No sabe todavía qué botón apretar para llamar al ujier, ni tampoco qué teléfono descolgar de los que invaden su mesa. Se sorprende satisfecho de ver su fotografía en todos los periódicos, aunque, algo coqueto, se queja de no salir del todo favorecido en alguna instantánea. En ese despacho que aún no domina recibió a EL PAÍS.

Pregunta. ¿Cuál va a ser su prioridad en estos pocos meses que tiene por delante hasta las elecciones de marzo?

Respuesta. La cooperación de España con el Tercer Mundo. De la política exterior es el tema que menos domino y es, por tanto, en el que me voy a volcar. Además, la cooperación española empieza a disponer de medios y la opinión pública quiere que seamos generosos.

P. Se va a quedar, sin embargo, sin el secretario de Estado de Cooperación, José Luis Dicenta, que se irá de embajador a México. El Partido Popular ha criticado duramente ese nombramiento.

R. Mi predecesor, Javier Solana, y Dicenta llegaron en 1993 a un acuerdo según el cual este último desempeñaría la Secretaría de Estado durante dos años. Cursando una petición de plácet a las autoridades mexicanas, Solana ha respetado este compromiso, que no guarda relación alguna con un supuesto intento de colocar a un amigo antes de las elecciones. Por razones personales, Dicenta deseaba volver al extranjero, y la Embajada en México está perfectamente al alcance de un ex secretario de Estado que además ya fue embajador en Colombia, Praga, Perú.

P. Será ministro hasta abril. ¿No es un poco frustrante no poder, por falta de tiempo, dejar su impronta en el cargo?

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R. Llevo trabajando desde hace muchos años en una parcela importante de la política exterior, la de Europa. España ha conseguido, desde un punto de vista diplomático, colocarse en primera división. Ahora hay que mantenerla o, dicho en otros términos, debemos jugar la Liga. Ésa va a ser mi labor.

P. Además, a partir de ahora, la política exterior pierde interés con la salida de España de la presidencia de la UE.

R. No del todo. Hasta junio seguimos en la troika, es decir, en el triunvirato que orienta la labor de la UE. Hoy empieza en Madrid la gira preparatoria de su presidencia la ministra italiana de Asuntos Exteriores, Susana Agnelli. Confiamos en que ltalia goce de la calma política suficiente para desarrollar una buena presidencia a partir de enero. A los italianos nos les faltan capacidades. Le vamos a dar todo nuestro apoyo. Nos gustará que la cumbre de Turín, a finales de marzo, deje encauzada la conferencia intergubernamental que deberá reformar Maastricht.

P. Hay que reformar Maastricht para preparar a la UE a acoger a nuevos socios del Este de Europa. ¿Es manejable una Unión con 27 o 30 países?

R. Es más difícil de manejar, pero es inevitable y necesaria. Decir que la ampliación de la UE se puede hacer gratis es engañar a la opinión pública. La ampliación tendremos que pagarla entre todos, aunque hasta la plena incorporación de esos países habrá largos periodos transitorios.

P. La presidencia española de la UE ha sido, en opinión de los demás líderes europeos, un éxito. ¿Habrá, sin embargo, algo que no les haya salido bien?

R. No es fácil encontrar algún fallo. Digamos que nos hubiese gustado concluir los acuerdos de asociación con México y Chile. No haberlos rematado supone una pequeña decepción.

P. ¿Y el acuerdo de cooperación con Cuba?

R. Esto es otro cantar. El problema no es nuestro, sino de Cuba. Si el Gobierno cubano se hubiese adentrado más por la vía de la reforma económica e incluso política, estaríamos más cerca del acuerdo con el único país de América Latina que carece de él. En definitiva le decimos: ayúdate y el cielo te ayudará. Si hacen los gestos que esperamos habrá pronto un buen acuerdo.

P. El éxito de la presidencia es tanto más sorprendente dado que la Administración española carece de medios para su acción exterior comparada con las de otros Estados de la UE.

R. "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos", dijo Winston Churchill después de ganar la batalla de Inglaterra. Traducido a la España de 1995, diría que poca gente muy dedicada se ha dejado la piel por la presidencia y por Europa. Para ganar la batalla contábamos además con dos grandes bazas. Por una vez no hemos caído en el defecto español de la improvisación. La hemos preparado con antelación. El director de orquesta, Felipe González, se sabía la partitura al dedillo. Ha dirigido a la orquesta con ilusión y ésta estaba encantada de tocar hasta el agotamiento.

P. ¿Cuál es el próximo gran reto de la política exterior?

R. Seguir jugando en primera división. Para lograrlo debemos estar en la moneda única.

P. España, opinan algunos, es un país que debe crecer más que la media de la UE y, por tanto, ha de recurrir de vez en cuando a devaluaciones competitivas como en 1992-93. Con la moneda única se renuncia a este instrumento para alentar la exportación.

R. Casi nadie devalúa porque quiere. Son los mercados los que obligan a un país a devaluar. Si se ve obligado a hacerlo es que su economía no está saneada. Además, las depreciaciones monetarias son pan para hoy y hambre para mañana. Provocan un tirón de la exportación, pero al poco tiempo se incrementan las importaciones, se encarecen los precios y se acaba perdiendo la competitividad que se había ganado.

P. Pero ¿no debe España crecer más que la media europea para alcanzar su mismo nivel de bienestar?

R. Desde luego, pero eso sólo se debe lograr trabajando más, innovando, mejorando la productividad, etcétera.

P. ¿Podrá España acceder a la moneda única en 1999?

R. Hay que hacer un gran esfuerzo, pero está a nuestro alcance. En inflación, uno de los requisitos de Maastricht para acceder a la moneda única, vamos bien con un 3,5% este año y, si se confirman las previsiones, un 3% el próximo. Se necesita además lograr una reducción del décifit presupuestario en 1997 de entre 400.000 y 500.000 millones de pesetas. No es una cifra exagerada. Se puede llegar a ella aumentando los ingresos y, sobre todo, recortando el gasto.

P. En su toma de posesión ensalzó el consenso existente en España sobre la política exterior y la integración europea. ¿No es fruto de que aquí no se viven los asuntos europeos como temas de política interior que afectan al bolsillo de los españoles?

R. Excepto con un sector de IU, es verdad que hay un consenso básico. Desgraciado el país que no lo tenga porque pierde en buena medida. su capacidad de actuación exterior. Es, por ejemplo, el caso del Reino Unido en la UE, que arrastra los pies en vez de ir en vanguardia. No creo, sin embargo, que el consenso sea fruto de que los temas europeos no son interiorizados por la sociedad española. Al contrario, hay una sensación generalizada de que el progreso de España está vinculado a los avances en la integración comunitaria.

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